"Aquella década de los 70 fue de años complejos, tiempos muy difíciles e inestables iniciados con una involución que convirtió a España en un estado policial" decía ayer en el Club FARO Ignacio Gómez de Liaño, profesor titular de Estética de la Facultad de Filosofía de la Complutense. "Quizás yo, porque era un tanto anarcoide, y gente como yo, éramos más sensibles a ese estado que puede que no percibiera la gente normal. Quizás también teníamos un cierto síndrome paranoide".

Presentado y entrevistado por Alberto Ruiz de Samaniego, profesor de la misma disciplina en la Universidad de Vigo, su charla-coloquio comenzó por esos años en que el franquismo se bunkerizó. "Fue un período -dijo- muy dramático y crucial pero también una época bastante paranoica, no solo en España, aunque aquí teníamos ese elemento añadido que era el final de un régimen. Y yo creo que eran años sumamente creativos, inventivos, a pesar del oscurantismo político".

Gómez de Liaño, que acaba de publicar en Siruela el diario personal que empezó a escribir a los 25 años, "En la red del tiempo 1972-1977" , comenzó a instancia de Samaniego diferenciando el género de memorias del diario. "El diario recoge impresiones de cada día, cosas muy inmediatas y poco ficcionables, y corresponde a una personalidad que se está formando, cambiando, construyendo o deconstruyendo; el libro de memorias trata de recordar cosas que se hicieron hace mucho, lo que permite una mayor fabulación, y además corresponde a una personalidad formada a través de la cual ve el pasado".

Fuera de la escuela

A través de las sucesivas preguntas Gómez de Liaño fue desgranando la memoria de aquellos años desde su experiencia entonces de joven con un entorno de gente de la vanguardia de la cultura, la filosofía, la poesía o el arte en sus diversas expresiones. "A mí me expedientaron y tuve que dejar de dar clases en la Escuela de Arquitectura por no reprimir que mis alumnos hicieran unas pintadas dentro del aula", recordó. Entonces empezó una etapa de activismo en la que hizo experimentación poética con poemas públicos y de acción que presentó en el Instituto Alemán o en los Encuentros de Pamplona, donde expuso" poemas aéreos" con letras suspendidas en globos para escribir en el cielo.

El filósofo recordó su primer viaje a París en 1966, donde entró en contacto con la poesía de vanguardia y un amigo fue la clave para que pudiera conocer a William Burroughs, al que visitó más de una vez en Londres. A instancias de su entrevistador fue hilvanando girones de su memoria de viajes. En Ibiza, a donde se fue tras cesarle en Arquitectura y vivió en casa de Emilio Bolero, luego fundador de Radio Futura. "Era una casa sin agua corriente ni luz eléctrica, -dijo-, ideal para aquellos años de influencia hippie, en la que cualquier persona se podía sumar siempre que tuviera un saco de dormir. Vivíamos al modo del campo, respetando los ritmos de la naturaleza. Allí conocí a Elmy De Hory, "el falsificador", que pintaba a la manera de Matisse, Monet, Modigliani... y como tales vendían sus cuadros sus marchantes, igual que conocí a un falso Dr. Alba, en realidad un escritor gallego que había estado en la cárcel por estafador. De ahí salieron reflexiones mías sobre la verdad, la ficción, la estafa..."

Le preguntaron sobre los Encuentros de Pamplona, habidos en 1972. "Fue el momento -afirmó- en que España sale por vez primera a la palestra pública por razones artísticas. No hubo festival en el mundo tan importante de las vanguardias. Con el mecenazgo de la familia Huarte, coordinaron las acciones musicales, plásticas, poéticas el músico Luis de Pablos y el pintor José Luis Alexanco".

Habló también de cómo conoció en Madrid en 1971 a un joven Almodóvar. "También vemos a un Almodóvar velando sus primeras armas. Gómez de Liaño cuenta cómo le fichó para alguna de sus performances poéticas en una galería de arte. "Nadie podía pensar entonces que se convertiría en un mito cinematográfico. Es cierto que sus primeras películas son muy frescas pero luego no ha hecho más que repetirse."