Según Julián Casanova, con la II República murieron elementos de la modernidad como la idea de que la cultura sirve para mejorar la situación de las clases bajas, el sufragio universal y el respeto al contrario en política, simbolizado en la figura de Azaña.

De manera análoga, sostuvo que "todo lo que había en la dictadura de Franco estaba en la guerra civil". Citando un libro de Manuel Rivas, se refirió a los "50.000 expedientes de depuración de maestros" del régimen franquista.

También mencionó el papel de la Iglesia. "Se le castigó como en ninguna otra zona de Europa -admitió-, pero luego apoyó el régimen y recuperó el monopolio de la educación y de la moral".

Para el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, el apoyo de la Iglesia fue una de las causas de que el régimen se perpetuara en el poder mucho tiempo después de terminada la guerra. "A partir de 1945, Franco hubiera podido cambiar -indicó-. Si le hubiese retirado el apoyo la Iglesia, que se dividió a partir de los años 60 y el Concilio Vaticano II, España hubiera avanzado".

El historiador sugirió que la democracia pudo haber llegado mucho antes a España, y puso como ejemplo a Finlandia: "Sufrió una cruenta guerra civil en 1918 y en 1925 ya gobernaba la oposición, los socialistas". En cambio, destacó, "la única fiesta civil del franquismo conmemoraba el 18 de julio, un acto de violencia".

Casanova equiparó a los que agradecen los supuestos progresos de la dictadura de Franco con los que apoyan a Hugo Chávez y a Fidel Castro. "La libertad para debatir es innegociable", sentenció.