El restaurador vigués Marcelo Tejedor entró a los 15 años en la escuela de hostelería y se convirtió en un soñador de los fogones. Tras formarse con Arzak en San Sebastián y en varios restaurantes franceses, decidió volver a Galicia e instalarse en Santiago. Lleva trece años como 'capitán' de Casa Marcelo.

-¿Por qué ha decidido que es el momento de cerrar el telón de Casa Marcelo?

-El formato que nosotros mismos inventamos hace 13 años, un local donde solo se ofrece un menú degustación, sin posibilidad de elegir, ha llegado a su fin. En estos momentos nos constreñía en lugar de darnos libertad. Aprovechando que la coyuntura pedía a gritos hacer algo nuevo queríamos tener la oportunidad de seguir soñando.

-¿En qué consistirá esta nueva aventura?

-La voy a presentar oficialmente en el Fórum Gastronómico de Gerona el día 25, pero puedo decir que no será un formato clásico de restaurante, aunque mantendremos el mismo equipo y la misma calidad. La despedida será con una comida para 13 personas, cocineros amigos de toda España, con algunos de los platos más emblemáticos del restaurante.

--¿Quizás la estrella Michelín le presionaba en exceso?

-No me pesa tanto a mí como a la gente joven que quería venir y se le hacía demasiado cuesta arriba. Este nuevo proyecto les permitirá volver porque no va a haber un precio fijo, sino que cada uno gastará lo que quiera y pueda.

-La crisis no respeta ni a las estrellas.

-En los tiempos que corren este tipo de restaurantes se sostienen por otras actividades externas que hacen que sean viables, pero llega el momento en que ves que los gastos son muy elevados. Además, la gente ha cambiado su forma de salir, de comer, de gastar y tiene que racionalizar su presupuesto. Nosotros también tenemos que cambiar y estar acorde con los tiempos que vivimos.

-La originalidad fue también su baza cuando hace 13 años abrió Casa Marcelo.

-En aquel momento Casa Marcelo, con su menú degustación, fue un formato muy transgresor que nació de la inconsciencia de la inexperiencia y también de la intuición. Todos me decían que estaba loco, que no iba a funcionar. De hecho, al principio mucha gente se salía cuando le explicábamos en qué consistía. Entonces yo les animaba y decía: "Si no les gusta lo que comen no me paguen". Pero gustó. Ahora queremos poner una nota de informalidad, dar un toque picante y conseguir que venir a nuestro chiringuito sea una experiencia vivificante.

-Después de su odisea con la estrella Michelín, debe de ser duro renunciar a ella.

-Ayer mismo fui a Madrid a entregar simbólicamente la estrella y explicarles el cambio. Quería que fueran los primeros en saberlo antes de hacer nada público. Claro que da pena, porque este restaurante nos lo ha dado todo y hemos hecho a muchas personas felices comiendo, pero en realidad vamos a seguir cocinando mejor aún. En realidad, lo que tengo es una sensación de liberación.