La última novela de Arturo Pérez-Reverte contiene escenas de sexo explícito narradas sin caer en la vulgaridad. El sexo llega a ser violento -los protagonistas no hacen el amor, se acomenten-, aunque "no siempre es él el violento", puntualizó el autor, que recordó que otras de sus novelas incluían pasajes sexuales. Hay incluso situaciones de sexo a tres, sadomasoquismo y voyeurismo. "Necesitaba que la carnalidad y la turbiedad del sexo fuesen evidentes para el lector", explicó el escritor. "La carnalidad es fundamental para entender el despojo de los amantes que se reencuentran décadas después, con las carnes menos prietas y manchas en la piel".