El alivio que Robert Pattinson y Kristen Stewart han reconocido sentir al despedirse de los personajes que los han hecho famosetes (a ver cuánto les dura, porque fuera de su hábitat han demostrado más bien poca cosa) se hace extensible a los espectadores que no pertenecen a las legiones de devotos admiradores de la saga vampírica. A éstos les sabrán a poco los títulos estrenados y seguramente disfrutarán con su última entrega. A unos y otros les queda un consuelo: es la mejor de todas. O la menos mala, si nos ponemos quisquillosos. Al menos tiene algunos golpes de humor con cierta gracia, el personaje de Bella evoluciona para dejar de ser un títere de rasgos angelicales y convertirse en toda una mujer de rompe y rasga y el desenlace ofrece una espectacularidad que anteriormente era un quiero y no puedo bastante irritante. Un tanto rudimentaria y de efectos especiales que no están a la altura del holgado presupuesto, pero eficaz y lo bastante contundente como para que el tinglado haga mutis por el foro con ruido y alboroto de sobra para dejar un buen sabor de boca a los fans.

A diferencia de Harry Potter, que también se dirige a un público juvenil, el origen literario de Crepúsculo no tiene el menor interés y sus personajes tienen tanta profundidad psicológica como una guía telefónica. Por no hablar de su mensaje rancio y a menudo ñoño. Su traslado a la pantalla grande no ha traído una mejora de los ingredientes, más bien todo lo contrario. La primera parte de Amanecer tocó fondo en cuanto a interés se refiere porque se notaba demasiado que era un preámbulo estiradísimo y plúmbeo del desenlace. Y éste ha llegado sin olvidarse de los ramalazos cursis y horteras que a veces sacuden la pantalla, y sin que Pattinson y Stewart hayan mejorado en eso de actuar, y sin dejar de cometer errores de bulto en momentos que se supone deberían ser impactantes y rozan el ridículo, pero, al menos, el arranque y la conclusión esquivan la aplastante vulgaridad habitual, y Bill Condon, antaño director con inquietudes artísticas y no sólo económicas, puede lucirse con minutos de cine rodado con soltura y eficacia. No es mucho, pero...