Como quien, en un tanatorio, vela los restos mortales de un ser querido, pasan ya de las seis de la tarde y Manuel Nores González contempla con tristeza los aparejos y los víveres sobrantes a bordo de uno de sus buques que vuelve de una marea que tenía que haber durado tres meses y se quedó en 30 días. Se ha levantado a las 6 de la mañana y no está dispuesto a irse a casa hasta que llegue el último de sus cinco barcos cefalopoderos procedentes del caladero norteafricano. A sus 81 años, él es sin duda el armador más afectado por el último acuerdo entre la UE y Mauritania: siente sobre sus hombros el peso de las vidas de cada uno de los tripulantes de su flota, de cada uno de sus empleados del almacén frigorífico, de los de la coia, de los camioneros, de los chaboleiros...de cada una de sus esposas y de sus hijos, porque es consciente de que "no me va quedar más remedio que dejar a mucha gente fuera: estos barcos están preparados únicamente faenar en ese caladero o en otro parecido y, en este momento, no existe un caladero como el de Mauritania. Antes teníamos el de Marruecos, pero...ya se sabe lo que pasó". "Yo, la verdad, estoy acojonado, porque por más que pienso no veo salida ninguna", confiesa Nores que, en sus sobrados sesenta años de experiencia como marinero primero y armador después, jamás en su vida había visto el panorama tan negro, tan desolador, y es por eso que la mirada se le enciende prendida por una mecha de rabia ante la injusticia. Y es que, como dice Josechu, capitán de pesca natural de Bueu, "lo peor de todo esto es que, contra lo que quieren hacer pensar a la gente, en estos momentos en el caladero de Mauritania sobra peixe, incluso el pulpo se ha recuperado hasta en un cien por cien; no estamos ni mucho menos ante un caladero en peligro de extinción, sino todo lo contrario. Ahora ya verás como llegan los chinos, arrasan con todo y, encima, nosotros vamos a tener que comprarles lo que pescan ellos".

Los cinco buques de Manuel Nores, este veterano armador, todo un mito en el puerto de Marín, forman parte de la flota de 24 cefalopoderos que, hasta el pasado 1 de agosto, faenaban en el caladero mauritano y que, después del último acuerdo entre la Unión Europea y el país norteafricano, se han quedado literalmente sin sitio donde pescar: "Desde luego -dice Nores- de aquí en adelante van escasear empresarios armadores a los que les interese la pesca, se va a dejar de invertir en ella, y no me extraña: ¿A quién le va a interesar esto?.

¿Las consecuencias? Todavía se están evaluando estadísticamente pero hasta ahora nadie ha desmentido las cifras procedentes tanto de fuentes sindicales como de la ANACEF (Asociación de Cefalopoderos) que hablan de 400 tripulantes que pasarán a engrosar las filas de un ejército de marineros en tierra y de entre 1.800 y 2.400 trabajadores más que resultarán directa o indirectamente afectados por el cese de actividades de esta flota arrastrera congeladora, cuyas empresas y mano de obra están localizadas mayoritariamente en la comarca de O Morrazo.

Y por lo que respecta en concreto al puerto de Marín, base de atraque la práctica totalidad de esta flota y sede del medio centenar de pequeñas empresas que dependen de ella, un golpe letal que no sólo puede dar al traste con sus proyectos de convertirse en el puerto pesquero alternativo al de Vigo en las Rías Baixas, sino que amenaza su propia supervivencia.

Álvaro Martínez Riva es el presidente de Pesmar, una de las empresas frigoríficas radicadas en el el puerto marinense y, por tanto, cliente habitual de la flota cefalopodera: "Para las empresas congeladoras esto va a ser un desastre, nos vamos hundir porque, encima, lo justo sería que si no nos dejan pescar allí las autoridades españolas tampoco deberían dejar que se vendiese ese pescado aquí. Pero sabemos que eso no va a suceder. Nuestra indefensión es total y en todos los frentes".

Tampoco los transportistas las tienen todas consigo. Ellos son los encargados de repartir el pescado, cargándolo de los frigoríficos y distribuyéndolo por toda España. "En mi empresa -dice el camionero Javier Dorribo- trabajamos actualmente unas 30 personas, pero como sigan cerrando caladeros no hay que ser muy listo para saber que o se despide a la mayor del personal o la empresa va dar a la quiebra".

Lo tiene muy claro Alfonso Vidal, redero: "Que nadie piense que ésto solo un problema de los marineros: Si esta flota se para, aquí para todo dios: los rederos, los encargados de efectos navales, los supermercados que suministran los víveres, los talleres mecánicos...Esto va a ser una ruina para mucha gente". También lo tiene claro Javier, chaboleiro conductor: "A mis 42 años, ¿quién carallo me va a dar trabajo a mí ahora?". Curiosamente, Javier vivió, por aquel entonces como marinero, el fin del convenio de pesca con Marruecos en el denominado banco canario sahariano en 1999, un cese que provocó todo un estallido social de movilizaciones y que se "solucionó" prejubilando a los tripulantes más veteranos, subvencionando alternativas como la cooperativa Loitamar (gestionada por ex marineros, terminó yéndose al garete), recolocando a los jóvenes en otros caladeros y abriendo negociaciones con otros países. Unas tiritas que se han demostrado inservibles apenas una década después pero que, en cualquier caso, ni siquiera cabe la posibilidad de aplicar ahora.

No resulta extraño, así pues, que el sindicalista Manuel Camaño, ex secretario general de la CUT y uno de los líderes más significados de aquellas movilizaciones, hoy en día muestre un pesimismo de lo más descorazonador: "Mira, vista la indignación de la gente, no costaría mucho esfuerzo volver a constituir una Plataforma de Mariñeiros en Loita, como la que se hizo de aquella, y empezar a montar manifestaciones de todo tipo...pero eso, hoy en día,se quedaria en una mera anécdota. Ahora hay que plantearse cuestiones más de fondo, más profundas y estructurales, hay que preguntarse, por ejemplo, por qué seguimos en la Unión Europea si desde el principio sabíamos, aunque se dijo en voz muy baja o se ocultó, que uno de los precios que tuvo que pagar el Estado español por estar en la UE fue el desmantelamiento progresivo de flota gallega de altura: hablemos de eso y dejémonos de lamentarnos por nuestra mala suerte. Lo de Mauritania es lo de siempre: que el pez grande se come al pequeño y punto; lo impresentable es que nuestros gobernantes sigan permitiéndolo y engañándonos con parches que, más temprano que tarde, ya se ve que no valen para nada".

Quien no descarta volver a salir a la calle es Xabier Aboi, secretario general de CIG-Mar: "Habrá que hablar con todos y ver qué se hace", declaraba a FARO DE VIGO este sindicalista, otro de los líderes de la movilizaciones del banco canario sahariano, quien se muestra realmente indignado ante la situación: "¿Cómo es posible que ahora nos dejen fuera de un acuerdo que se se abrió precisamente para buscar una solución a los barcos cefalopoderos que fueron expulsados de Marruecos?". "Es la demostración más clara de que ni a Bruselas, ni al Ministerio ni a la Consellería les importa la pesca", sentencia Aboi.

"Hace unos años éramos la flota pesquera más potente del mundo y ahora somos tratados los últimos de la fila, como apestados", opina Josechu, que sufre una segunda expulsión "porque yo también estaba embarcado cuando nos echaron de Canadá". Este capitán de pesca también faenó en el Gran Sol y, cuando empezó a trabajar en el caladero mauritano, creyó que por fin había encontrado un puesto de trabajo estable... dentro de lo estable que puede ser vivir del trabajo en el mar. "A nosotros -explica- ya el armador nos explicó cuando se estaba negociando que en el asunto pintaban bastos, pero la verdad es que ni yo ni mis compañeros podíamos imaginarnos que la medida fuese tan drástica. Porque una cosa es que hubiese una reducción progresiva de barcos pero eso de que, de un solo golpe, nos expulsen a los veinticuatro que teníamos allí....eso es un auténtico atraco, una barbaridad y sobre todo una injusticia" .

Josechu no contempla otra salida que no sea volver al mar, sea en el caladero que sea: "Yo llego a casa y tengo una familia que alimentar una hipoteca,unas facturas por pagar...desde luego, no me voy a quedar quieto. Si hay que movilizarse me movilizo, pero no pienso pedir limosna a nadie".

En el puerto, charlando con su hermano Alfonso, Borja Vidal ya no duda en definirse como "redero en paro"...y nos cuenta su historia: "En este oficio dependemos de si hay o no hay pesca en los calderos de altura.A mí, me mandaron a la calle mientras no voviesen los barcos de Malvinas, vine aquí y me encontré con esto...En fin, creo que lo mejor que puedo hacer es cambiar de oficio".

"¿Veis estos aparatos electrónicos? -nos espeta Manuel Nores antes de irnos- Pues nos obligaron a ponerlos para faenar en Mauritania en pro de la modernización de la flota, pero ahora resulta que ya no valen para nada porque ni siquieres los puedo vender.

El veterano armador sigue,a última hora de la tarde, al pie del cañón. Seguro que aún falta por llegar alguno de sus barcos. Porque las gentes del mar saben que en todos los puertos siempre falta un barco por llegar.