Ante la falta de expectativas y el dilema de abandonar la ciencia o emigrar a otro país donde poder dedicarse a ella, Sandra Barral (A Coruña, 1973) se lanzó "a la aventura" y aterrizó en la Gran Manzana: "Hice la tesis en Medicina Legal con Ángel Carracedo en Santiago y después trabajé con un grupo coruñés, pero estaba frustrada y decidí darle una oportunidad a la idea que siempre me había fascinado. Busqué los mejores laboratorios del mundo y Nueva York me eligió a mí".

Se considera una "veterana" entre los cerebros gallegos en el extranjero –la Barrié la premió recientemente por su trayectoria– y contempla con pesimismo la situación del I+D en España. "Desafortunadamente, empeora a pasos agigantados, es desolador. Y además hay poco respeto por esta profesión, algo que siempre me enfadó", lamenta. En EE UU los investigadores sí gozan de consideración y muchos más fondos, aunque también se resienten de las crisis. Eso sí, la competencia es feroz: "Los fondos gubernamentales son los más prestigiosos pero menos de un 10% de los solicitantes consiguen las becas del NIH (Institutos Nacionales de la Salud)".

Sandra es profesora asistente en el departamento de Neurología de la Universidad de Columbia, que dirige Richard Mayeux, un referente internacional en alzhéimer. Pero su primer destino fue la Rockefeller, adonde llegó en 2003 y encontró, por fin, a alguien al que considerar su mentor, Yurg Ott. "Fueron cuatro años espectaculares en el ámbito científico y en el personal. Él es mi papá científico y le sigo pidiendo consejo", agradece.

En la universidad financiada por la conocida y acaudalada familia trabajan casi treinta premios nobel y es "un paraíso para cualquier científico". La bióloga coruñesa realizaba allí análisis estadístico de multitud de enfermedades hasta que conoció a Mayeux y éste la fichó para Columbia, una de las mejores instituciones del mundo.

En su grupo trabajan genetistas, neurólogos, psiquiatras o cirujanos, entre otros especialistas, para intentar desvelar la base genética de una enfermedad "muy compleja" y de gran crecimiento exponencial como es el alzhéimer en su fase tardía. "Ya conocemos alrededor de una decena de genes pero sumados explican todavía un pequeño porcentaje de la enfermedad. Sabemos que tienen que ser muchísimos y conocerlos nos ayudará a hacer diagnósticos más tempranos. En EE UU se están haciendo unos esfuerzos brutales en ello porque esta dolencia, además de su elevada incidencia, supone un gran coste económico a nivel sanitario y social".

Su jefe se dio cuenta hace casi dos décadas de que la enfermedad afectaba en mayor medida a la población latina y afroamericana que acudía a su consulta y a día de hoy cuenta con la colección de datos más extensa del mundo sobre familias hispanas. "Ya vamos por la sexta o séptima generación y Richard se reúne con ellos cada año para contarles los progresos. Tiene un talante muy humano", aplaude.

Además de los trabajos con familias latinas, blancas y afroamericanas que residen en EE UU el grupo también realiza estudios en Puerto Rico y la República Dominicana. Sandra participó en una de las visitas de seguimiento a este último país. "Sorprende su entusiasmo y participación. Era increíble cómo te invitaban a comer y lo acogedores que eran. Son conscientes de que la cura está muy lejos y de que no será para ellos, pero quieren ayudar. Hace poco que la enfermedad se reconoció socialmente, sin embargo, el avance ha sido tremendo en los últimos años".

Como cualquier persona que llega sola a Nueva York, Sandra vivió una "catarsis personal" que la ayudó a crecer. No todos resisten su carácter individualista y el enorme dinamismo, pero a ella la ciudad la "enamoró". "Vivir aquí es un lujo. La oferta cultural, por ejemplo, es abrumadora y al principio me sentía culpable si me quedaba en casa", recuerda.

En broma, se plantea escribir con sus amigas una guía con los rincones preferidos de todas ellas "en la que no esté ni el Nueva York de Sex and the City ni el de Woody Allen". Todo tiene "encanto", apunta, aunque a ella destaca Central Park y el carácter "grunge" del East Village .Y si la morriña aprieta tan solo tiene que ir al restaurante Galicia a dos manzanas de su trabajo: "Aquello es Boiro".