Vivió rodeado de letras y arropado por una libertad que no se doblegaba ante nadie. El escritor gallego Gonzalo Torrente Malvido, hijo de Gonzalo Torrente Ballester y autor de novelas como "Hombres varados", "Sonata en muerte menor" o "Teorema del mal", falleció el lunes en Madrid a los 76 años debido a las complicaciones derivadas de una operación.

Torrente Malvido era el hijo mayor de los cuatro que el autor de "Los gozos y las sombras" tuvo con su primera mujer, Josefina Malvido. Gonzalo Torrente Ballester tuvo siete hijos más en segundas nupcias con María Fernanda Sánchez-Guisande.

Su familia, amplísima, ese encontraba ayer "unida pero dolida" por lo "inesperado" del desenlace, según reconoció su sobrino, Marcos Giralt Torrente, Premio Nacional de Narrativa 2011.

Su cuerpo fue incinerado en un cementerio madrileño para posteriormente traer sus cenizas a Galicia, pues ese era el deseo del escritor, según afirmó Giralt Torrente, quien mantenía "mucha relación" con su tío.

Visitas a Ramallosa

Según sus allegados, Gonzalo Torrente era muy culto, divertido, mujeriego y fabulador pero, al mismo tiempo, un hombre sencillo y simpático. "Era un cautivador y un gran conversador", recuerda Gustavo Garrido, director de la Fundación Carlos Casares, que coincidió con él en varias ocasiones durante las celebraciones, el año pasado, del centenario del nacimiento de su padre.

Garrido le conoció cuando él era muy joven, unos 25 años, e iba a visitar a Torrente Ballester a su casa de A Ramallosa. "Alguna vez estaba su hijo pero era mucho mayor que yo y bastante solitario, así que no hablamos mucho". Fue tras la muerte de su padre €"que le afectó mucho"€ cuando se acercó más a él. "Tenía una relación muy próxima a su padre y era a él a quien le daba a leer sus obras antes incluso que a los editores", asegura Garrido. Torrente Ballester, recuerda, "siempre hablaba bien de él aunque aseguraba que era el que más le hacía sufrir". También le ofrecía traducir algunas de sus obras al francés "para que se sacara un dinerillo".

Su labor de guionista, afirma Garrido, "le hizo entablar amistad con muchos directores de cine durante la Transición" y disfrutaba de la vida al límite. "Era un verdadero hedonista y un bohemio absoluto", concluye.

Muy amigo de Sánchez Dragó, con él se empapó de los libros que su padre guardaba en la biblioteca cuando eran niños.

Por su parte, Carmen Becerra, directora cultural de la Fundación Torrente Ballester en Santiago, le define como un "magnífico escritor, de vida larga y muy libre: nunca se sujetó a ninguna regla". Destaca también que realizó muchas cosas de interés sobre su padre como la biografía "Torrente Ballester. Mi padre o La saga fuga de GTB". Becerra afirma que "siempre hizo lo que consideró oportuno y que no fue muy conocido por su obra "porque no estaba en los circuitos comerciales, sino en los alternativos". "Cultísimo", con muchas lecturas en su cabeza y una experiencia muy diversa, para Becerra resultaba un hombre "sumamente interesante".

La carrera del autor también estuvo marcada por los escándalos de su vida privada. Gonzalo Torrente Malvido estuvo recluido en la cárcel de Carabanchel en 1968 por uso público de nombre supuesto. En sus últimos años, el autor denunció públicamente el olvido al que sentía que le habían relegado. Lo hizo en una entrevista en FARO DE VIGO, publicada en octubre del año pasado, en la que explicaba que había vivido en la calle como un mendigo, durmiendo en un banco del Paseo del Prado, para denunciar su marginación durante la celebración del centenario de su padre y también el hecho de que no se hubiera reeditado ninguna de sus obras. En aquella entrevista destacaba el aprecio que su padre sentía por él y que quedó plasmado en el prólogo que hizo de sus "Doce cuentos ejemplares": "Mi padre me cotejó con el mismísimo Cervantes, sentía por mí una gran estima que parece ser que la gente hoy no quiere reconocer".

Tampoco estaba de acuerdo con que se le llamase artista bohemio. "La bohemia literaria es una bobada porque escribir es en realidad un asunto muy cordial, muy íntimo, que requiere un empleo total de la cabeza. Bohemia consiste en no comportarse según normas que no tienen nada que ver con el arte, sino con la vida normal. No hay artistas bohemios, todos los artistas son bohemios, extranseúntes de su propia vida".