Sus proyectos sensibles y en equilibrio con los lugares donde se ubican, además de un lenguaje propio que aporta a todas sus obras un perfil singular, han convertido al arquitecto gallego Alberto Veiga y su "pareja" de estudio, Fabrizio Barozzi, en uno de los tándem arquitectónicos del momento. Sus proyectos suman numerosos galardones nacionales e internacionales y, sin haber cumplido los cuarenta, se alzan como representantes de España en los concursos internacionales. La crisis, tan cruel con muchos estudios de arquitectura, no ha atacado, por el momento, sus sólidos cimientos.

Alberto Veiga (Santiago de Compostela, 1973) y Fabrizio Barozzi (Trento, Italia, 1976) fundaron su estudio EBV en Barcelona en 2004. Actualmente cuentan con un numeroso equipo de jóvenes colaboradores, –entre ellos el pontevedrés Roi Carrera, y el resto profesionales extranjeros– y están centrados en la obra pública. Están llamando la atención del sector ya que, en menos de una década, han conseguido consolidarse y hay proyectos con su firma en construcción en gran parte de Europa.

Entre sus últimos premios están el del Museo de Bellas Artes de Lausanne, en Suiza, donde esta misma semana han estado ultimando detalles para iniciar próximamente la construcción. También en Polonia se erguirá, imponente, la Filarmónica de Szczecin, un proyecto por el que obtuvieron el primer premio en el concurso internacional de ideas.

Su último reconocimiento es el premio de arquitectura Barbara Cappochin por la sede del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero, que finalizaron en primavera.

La experiencia adquirida a lo largo de los años en colaboración con arquitectos de renombrado prestigio ha permitido a estos arquitectos comenzar una andadura profesional independiente donde la investigación tiene un papel principal.

El respeto con el espacio público es una de las claves de sus trabajos. "Cuando comienzas un proyecto te rompes la cabeza con ideas abstractas y, al final, te das cuenta de que los mejores resultados se logran al pensar en el espacio público, en tratar de devolver a la población ese espacio que le pertenece", afirma Veiga. "Lo importante es hacer ciudad, no edificios independientes".

Con esta filosofía crearon la premiada sede del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero. "Nuestro mayor empeño en este proyecto era crear una plaza para el pueblo de Roa, en Burgos, bastante degradado desde el punto de vista urbano", insiste. De un modo sencillo, rotundo y sobrio se eleva el proyecto en medio del llano paisaje castellano. "Tuvimos en cuenta que el Consejo Regulador es una institución con mucha solera, que quiere transmitir la idea de sólido, compacto y rígido, algo que se consigue con la piedra", apunta el arquitecto.

Pero el Consejo precisaba también de un edificio "que se convirtiera en icono y fuera una imagen exportable", añade. Así, los arquitectos tallan los volúmenes recordando a las torres de fortificaciones, tan comunes en Castilla. "Cuando trabajas en un sitio no solo te debes de fijar en el entorno más cercano, sino en las personas, en el carácter del lugar, y acertar no es nada fácil", advierte.

El estudio apenas trabaja con clientes privados –"no porque lo rechacen, sino simplemente porque no ha surgido la oportunidad", dicen– pero destaca una vivienda en Ordos, China, que se está construyendo ahora. Este chalet de 1000 metros cuadrados es uno de los 100 chalets incluidos dentro de la urbanización ORDOS 100, en el interior de Mongolia. Se trata de un apasionante proyecto en donde cien lujosas viviendas serán construidas en cien parcelas disponibles por cien arquitectos de 27 países de todo el mundo en un tiempo límite de cien días.