"Galicia tuvo un papel fundacional en la España de la Edad Media. Sin ella no se entiende nada de la historia de los cinco reinos cristianos". Esta fue una de las principales conclusiones de la conferencia en el Club Faro de José Javier Esparza, escritor especializado en divulgación histórica, que disertó sobre "Galicia en el origen de España". Para este periodista, copresentador del telediario de Intereconomía, el territorio gallego "tenía personalidad políticamente definida en la España medieval, lo que no quiere decir que fuera una nación, ya que entonces no existían naciones ni se planteaba ese concepto".

Para el autor del libro "Moros y cristianos. La gran aventura de la España medieval", que va por su cuarta edición, que Galicia presentara una estructura social y política más evolucionada se debió sobre todo a que "la herencia romana de los señoríos se había mantenido". Esparza destacó que entre los siglos X y XII Galicia se configuró como reino privativo, supeditado a León pero con personalidad propia. "Pero reivindicar la independencia a partir de ahí es una memez", advirtió.

Esparza (Valencia, 1963) fue presentado por el profesor de Filosofía Enrique Prado, quien alabó la labor divulgativa del conferenciante y advirtió del perjuicio de "trocear la historia de España en historias autonómicas independientes".

Fiel a su empeño de situar las historias regionales en su contexto, Esparza subrayó la importancia de Galicia en el corazón inicial de la Reconquista. "De aquí salieron millares de colonos hacia el sur, hasta el límite de Sierra Morena, en Andalucía; así como Galicia recibió millares de inmigrantes mozárabes y, después, judíos, que formaron comunidades como la aljama judía de Celanova".

Esparza señaló que Galicia se convirtió en baluarte fundamental del Reino de León durante la turbulenta época de la reina Urraca, que mantuvo un permanente conflicto con su marido, Alfonso el Batallador. "Su matrimonio fue como ´La guerra de los Rose´ –explicó el escritor–. En esa relación medió el obispo Gelmírez, una de las mayores mentes y talentos políticos de Europa, que más o menos arregló el tema de Urraca".

Destacó también José Javier Esparza la intensa presencia de las grandes casas gallegas en la formación de la nobleza castellana: "Casi todos los grandes nobles de Castilla tenían casa, solar, parentesco o ascendencia en Galicia". Además, recordó que Galicia "está en el origen mismo del conflicto que da lugar al nacimiento del Reino de Portugal".

No olvidó Esparza, que durante años mantuvo un espacio nocturno de divulgación histórica en la cadena Cope, el papel fundamental del Camino de Santiago como eje que da lugar a la formación de las primeras ciudades y sus barrios francos, formados por aquellos peregrinos que llegaban cruzando la frontera de Francia, y que no dependían de un señor, sino directamente del rey. "La ruta tuvo una importancia decisiva en la Europa cristiana –recordó–. Gracias al Camino de Santiago hay ciudades en España".

Munio Alfonso

Esparza dedicó la última parte de su alocución a glosar la historia del frontero Munio Alfonso, guerrero gallego que acaudilló las huestes del emperador Alfonso VII en la marca toledana. Munio era un caballero de la pequeña nobleza gallega que un día sorprendió a su hija en flagrante adulterio. Incapaz de soportar el deshonor, dio muerte a su hija y al amante de ésta. Fue condenado a combatir el resto de su vida a los infieles, y lo hizo a conciencia: ganó la plaza de Montiel y la fortaleza sarracena de Mora. Le hicieron alcalde de Toledo, y cuando el rey Alfonso VII atacó Córdoba, le encargó a Munio vigilar los accesos a Toledo, en particular Mora. Rindió su vida en heroico y desigual combate contra las huestes moras de Farax, y el jefe musulmán ordenó desmembrar su cuerpo. Su cabeza fue enviada a las viudas de los reyes que el valiente gallego había matado en anteriores lances.

En cuanto al brazo y al pie de Munio, Alfonso, fueron colgados en las torres del castillo de Calatrava, junto a las cabezas de los guerreros que murieron con él.