Hace algunos años que las universidades asiáticas empezaron a comer terreno a las de la vieja Europa y a convertirse en serios rivales frente a las norteamericanas. Singapur es uno de los mejores exponentes de este férreo convencimiento en el vital papel de la educación –sus billetes de dos dólares son un homenaje a la actividad académica– y se ha propuesto convertirse en uno de los principales centros de investigación del mundo. La pequeña isla de apenas 700 kilómetros cuadrados concentra tres universidades y varios agrupamientos de I+D. En uno de ellos, Biópolis, una especie de Silicon Valley dedicado a las ciencias de la salud, se encuentra el Instituto del Genoma. Sonia Davila (Vigo, 1971) dirige allí un equipo de expertos que trata de identificar las variantes genéticas de enfermedades como el dengue o el Alzheimer. Es la única española entre la veintena de investigadores principales.

Tras los atentados del 11 de septiembre, ella y su marido, Markus, comenzaron a plantearse cambiar la prestigiosa Universidad de Yale, donde ambos trabajaban, por la isla asiática, donde se establecieron definitivamente en 2004. "Nos llamaban locos porque el cambio podía suponer un suicidio profesional, pero el Gobierno singapureño se ha propuesto que el I+D sea un pilar de su economía y en estos años he visto un avance enorme. Han fichado a gente de fuera que marque la diferencia y entrene a sus estudiantes. Además se intentan fomentar las relaciones con las empresas y la farmacéutica Novartis es una d las que tiene aquí una planta", explica.

El país se ha convertido en un destino muy atractivo ante la situación financiera que vive Europa: "Muchos investigadores vienen aquí buscando estabilidad, porque la precariedad laboral no es buena compañía en nuestro trabajo".

Por ello, Sonia advierte que los "brutales" recortes realizados en España nos pasarán factura. "A largo plazo salen más caros porque habrá que comprar tecnología a otros países y no habrá población bien formada. No toda la gente con un doctorado puede solucionar el problema del cáncer, pero sí aportar mucho a la sociedad desde los laboratorios o las empresas ", lamenta.

En su caso, el objetivo es determinar los factores genéticos que hacen que unas personas sean más propensas que otras a desarrollar diferentes patologías: "La idea es identificarlos y utilizarlos en un futuro como marcadores para saber si alguien tiene más probabilidades de sufrir una dolencia y con qué severidad, lo que redundará en un mejor seguimiento".

En colaboración con hospitales de Singapur y países vecinos como Vietnam, Indonesia a o Malasia, así como de Reino Unido o Australia, la experta viguesa trabaja con enfermedades infecciosas como el dengue, cuya prevalencia es muy alta en la isla, y autoinmunes –artritis reumatoide, lupus o Chron–.

A principios de agosto, la revista Nature Genetics publicaba los resultados del mayor estudio realizado hasta el momento sobre la enfermedad meningocócica. La investigación, dirigida por ella, incluyó a 1.443 pacientes de diferentes países y en él también participaron dos médicos de la Universidad de Santiago. Una noticia que destacaron los medios de comunicación gallegos.

"Contactaron con unos colaboradores del Instituto durante un encuentro europeo y yo me puse eufórica cuando me enteré. Ha sido nuestro primer trabajo en común con España y vamos a seguir realizando cosas con ellos. Me encantaría tender lazos también con Vigo", reconoce.

Sonia y Markus, de origen suizo, han formado una familia en Singapur. Ella destaca la riqueza que supone para sus dos pequeños hijos, Carmen y Manuel, "ver por la calle a gente de diferentes colores y de tres religiones diferentes viviendo en armonía".

Este respeto por el otro, la seguridad del país y su eficiencia, además de la proximidad con lugares tan sugerentes como Bangkok o Tailandia hacen del país un lugar ideal para vivir: "Nosotros lo definimos como Asia para principiantes porque está muy occidentalizado y es fácil adaptarse, pero si rascas la superficie descubres muchas tradiciones".