Comenzó a estudiar la familia de los Cholevidae –escarabajos que viven en cavidades calizas y en la región neotropical americana– para su tesis doctoral, "Estudio de la fauna de los insectos Cholevidae: taxonomía, filogenia y biogeografía", y a su estudio ha dedicado su vida el profesor y sacerdote José María Salgado Costas (Vigo, 1939). Hoy, ya jubilado de su cátedra de la Facultad de Biología de la Universidad de León, a la que ha cedido su colección de más de 6.000 ejemplares, este bioespeleólogo continúa estudiando estos minúsculos insectos –el de mayor tamaño no supera los 9 milímetros– en el laboratorio que tiene en la residencia de los Maristas en Vigo, donde vive desde el mes de marzo, dentro de un grupo de trabajo de la Facultad de Biología de la Universidad de Vigo.

Salgado ha dejado tras de sí las aulas, pero no el microscopio. Entre manos tiene ahora una colección de Cholevidae del Instituto Nacional de Biodiversidad de Costa Rica (INBio) para su estudio y catalogación, y otra remitida por el Field Museum de Chicago, de 10.000 ejemplares, aguardando turno. "Lo que pasa es que ahora no me tomo el trabajo con tanta premura", confiesa el investigador.

Sus primeras expediciones espeleológicas resultaron infructuosas. "Nadie me dijo dónde buscar ni cómo, únicamente si quería hacer mi tesis doctoral sobre la fauna de las cuevas. Empecé en una zona caliza de León muy fría, que no fue colonizada por ésta", recuerda. Transcurrieron unos siete meses y Salgado no había obtenido resultados. El primer ejemplar que atrapó, en una cueva algo más cálida, lo descubrió un compañero con el que iba. "Fue por azar. Me sobraba un trozo de carne y lo tiré arriba, en una cavidad lateral. Allí apareció cuando regresamos el siguiente fin de semana", comenta.

Sólo entonces comprendió que estos escarabajos solían preferir las galerías laterales para vivir y reproducirse. A partir de entonces, comenzaría una carrera investigadora que duraría casi cuarenta años y que le llevaría a explorar más de 3.000 cuevas y ha catalogar 110 especies y 14 géneros, convirtiéndose en el principal experto en Cholevidae de España, con trabajos publicados en las principales revistas científicas internacionales especializadas en el campo de la entomología.

Ahora, Salgado pasa horas en su laboratorio estudiando estos pequeños animales, por los que siente auténtica fascinación. "Si pasase algo en la Tierra y sobreviviese algún ser vivo, serían los insectos", asegura, rotundo. Y es que son los animales con mayor capacidad de adaptación, tal y como demuestra la propia familia de los Cholevidae, que fue capaz de adaptarse a las duras condiciones de vida de las cuevas. Para optimizar recursos, estos insectos fueron evolucionando hasta perder la vista y las alas, algo lógico si se quiere sobrevivir, según el especialista.

"Tras la glaciación, buscaron refugio en lugares más cálidos y los encontraron en las cuevas, donde se alimentaron de lo único que había: materia en descomposición. Pero la cueva es un medio difícil y los ojos consumen energía, por lo tanto, ¿para qué tener este órgano en un medio sin luz? Lo mismo sucede con las alas, que no sirven en un lugar donde no ves", argumenta.

Sus hermanos que habitan en la región neotropical americana, sin embargo, ven y vuelan, porque continúan viviendo en el exterior, entre el humus y la hojarasca de los bosques.

La paciencia es la mayor virtud del bioespeólogo, asegura Salgado, pero todos los esfuerzos se ven compensados cuando las trampas –al investigador vigués le gusta usar las pasivas por ser menos agresivas con el medio– surten su efecto y nuevos individuos caen en ellas, atraídos por el olor de alimentos en descomposición. "De los grandes escarabajos ya sabemos todo, pero de éstos aún puede haber géneros desconocidos, y cuando das con uno es algo extraordinario", reconoce.

Pero el trabajo de Salgado no sólo se limita al laboratorio. Hace un mes, acompañó a un grupo de estudiantes de la Facultad de Biología en una campaña bioespeleológica a la Sierra del Caurel, en Lugo, una zona única en fauna troglobia, según el entomólogo. Aquí habita el Galaicodytes caurelensis, (por el Caurel), descrito para la ciencia por el entomólogo vigués, unos insectos "enormemente raros" de los que sólo se tiene constancia de la existencia de tres ejemplares. "Tienen una reproducción muy lenta y muy pequeña porque si hubiese muchos, acabarían con los otros insectos más pequeños", explica.

En la cueva do Eixe, por ejemplo, capturó un pseudo escorpión único en el mundo, que un colega suyo de la Universidad de Alicante catalogó para la ciencia y bautizó con su apellido: Ronchuscaegrus salgadois. En esta misma cavidad viven también los escarabajos Staphylinidae y dentro de este grupo, una especie que habita sólo en esa cueva: Domene caurelensis, también descrita por Salgado, y el Leonesiella bergidi, que también habita en cuevas de la cercana León.