Ayer Jesús Freire Pichín puso el retrovisor de su memoria aunque fuera a vuelapluma sobre su infancia y adolescencia, sus estudios, su integración en la empresa familiar, el despertar de aquel Vigo industrial de los sesenta, el triunfo y caída de la firma de máquinas de coser... Hoy habla de la longitud de su familia, anécdotas de viaje, la evolución de los astilleros Freire hacia la alta especialización actual manteniendo ese espíritu pionero que siempre la caracterizó. “Ahora construimos buques de gran avance tecnológico” -dice.-

>>Una larga familia. ”Hace unos años -cuenta riendo- vendimos un terreno familiar y entre presentes y representados éramos unos 120 de los Freire y los Chicha”. Y recita las ramas: los Freire Piñeiro, los González Costas “Maravillas”, los Gestoso o ”Chichas”, los Freire Veiga, los Freire Freire... “ Si Jesús Freire representa a la tercera generación, en la empresa ya tiene responsabilidades la cuarta. Juan Freire Gobantes, incorporado ya desde 1979; Jorge Freire Gobantes, Director de Talleres de Producción de Paneles, Planos y Perfiles (Departamento de Aceros); José Larrán Freire, director de Aprovisionamientos, ya en la Empresa desde 1986; Marcos Freire García, asesor legal (2004) y Guillermo Freire García, en el Departamento Comercial desde 2005. “Somos el único astillero vivo -dice Freire-que queda en España que sigue siendo la misma empresa familiar desde nuestro nacimiento; otros mantienen el nombre pero sin sus accionistas. Y nunca hemos suspendido pagos. Como el resto, hemos hecho reajustes, reestructuraciones, externalizaciones para seguir adelante, y pasamos en el astillero de tener 450 en 1969 (más 500 en Refrey y casi 200 en la pesca)”, a 69 ahora”.

>>Turbulencias. Recuerda las muchas vicisitudes que tuvo que pasar una empresa que, como Freire, pasó por tantos avatares políticos en 115 años: una guerra civil, dos guerras mundiales... con sus barcos trabajando por aguas exteriores. “En el mundo de los astilleros siempre hubo turbulencias, Esto es de sufrir siempre. Sufrimos fuertemente lo de las máquinas de coser porque, con tan buen producto, la entrada en Europa nos cogió con el paso cruzado; ahora, con el naval, aunque el astillero está bien y tenemos una cartera de pedidos buena, sufrimos la crisis financiera pero hemos buscado soluciones. Durante la II Guerra Mundial nuestros barcos pescaban en el Gran Sol, zona de guerra, y allí nos hundieron un barco con sus hombres. Antes de los años 30 conocimos el alcance de los conflictos laborales. A mi abuelo le pusieron una bomba, a mi tío Pepe le pegaron tres tiros en el despacho de A Coruña. El mismo Valentín Paz Andrade, que era el abogado de los armadores de Bouzas, sufrió un atentado también”

>>Los viajes. Cuando era director comercial Jesús Freire llegaba a pasar seis meses al año viajando, recorriendo Europa, América, África, Oriente Medio... Las anécdotas son muchísimas. “En Cuba, por causa de un barco que ametrallaron por meterse en aguas venezolanas -cuenta-, conocí al ministro de Pesca, el Comandante Aragonés, que había sido embajador en Angola cuando el Ché Guevara estaba en el Congo. El barco gemelo, Alecrín,lo encontré años después en el Yemen comunista, donde fui a vender varias unidades. En Gabón, en plena selva conocí al español Alejandro Bescós, personaje de leyenda, que mandaba sobre una provincia de Pontevedra entera, y allí con él firmé dos remolcadores...”

>>Los felices 70. Ya en los años 70, con la ampliación a 200 millas de la zona económica exclusiva de las naciones ribereñas, las principales armadoras se vieron obligadas a crear sociedades mixtas en países africanos y latinoamericanos. Así comenzó otra etapa de crecimiento en la industria pesquera española. ”En esa época -recuerda Freire- empezó Pescanova con su flota de congeladores, y fue cuando se montó el astillero Ascón, de cuyos diques salieron los históricos Lemos y Andrade, los primeros barcos congeladores de España, encargo de Pescanova, que abrieron a la flota gallega los ricos bancos de Sudáfrica, a los que siguió el Vilalba , el primer arrastrero por popa congelador, entre muchas otras nuevas tipologías navales)”. Tras dibujar el paisaje de aquellos años, cuenta riendo una anécdota: “Incluso se hizo un contrato importante con Cuba en los años 1968-70, cuyo 80 por ciento se llevó Vigo. Como algunos de los inspectores cubanos que venían eran refugiados españoles teníamos por aquí siempre a la policía husmeando. En fin, una larga historia...”