A pocos kilómetros del Ayuntamiento de A Estrada y en la Parroquia de San Martín de Riobó, se encuentra ubicado el Pazo de La Mota o también denominado como el de los Outeiros. Construido a finales del siglo XVII consta de dos plantas en L, destacando un hermoso patio central donde confluyen la capilla, el granero, un inmenso hórreo y un elegante cruceiro que vigila su inmenso portalón de entrada.

Pues bien, cuentan las crónicas que gracias al triángulo amoroso formado por D. Ramón Otero Estévez, Dª Juana García Centeno y Dª Ramona Aller, fue posible el alumbramiento de dos niños llamados Gumersindo y Concepción Otero García que a la postre, y por sus respectivos matrimonios con Dolores García Espinosa y Antonio Sanjurjo Badía, dieron lugar a esa saga que hoy se denomina como de los "Oteros".

La primera referencia gráfica en la que aparecen juntas éstas dos sagas familiares data de julio de 1923, fecha en la que decidieron celebrar su particular jubileo peregrinando a Compostela. Desde esa primera "Oterada", la familia acude puntualmente a la Catedral leyendo su ofrenda al Apóstol el Otero más antiguo, y por supuesto más entero físicamente. ¿Quién les iba a decir a aquellos 42 pioneros que aparecen en la fotografía que ochenta años más tarde alrededor de 800 de sus descendientes iban a repetir esa misma celebración inmortalizándose en las escalinatas de Las Platerías.

Desgranando los personajes de la foto, me da la impresión de que algunas de las historias y andanzas de los allí presentes muy bien podrían corresponder a ese hermoso legado que nos dejó la Galicia decimonónica, tan llena de luces y de sombras, y que tan magistralmente nos describió Torrente Ballester en su inolvidable novela. Así, sabemos que D. Ramón Otero Estévez, mi tatarabuelo y fundador de la dinastía, fue alcalde de A Estrada, compaginado su carácter afable y campechano con una bien ganada fama de Don Juan, que según la leyenda hizo crecer de forma notable el índice demográfico de la comarca. Igualmente sabemos que su hijo D. Gumersindo Otero García, al igual que su progenitor, fue también alcalde de A Estrada, presidente de la Diputación de Pontevedra y gobernador civil de Ourense. También ha quedado demostrado que su hermana, Dª Concepción Otero García, se casó con D. Antonio Sanjurjo Badía, industrial polifacético que fundó en poco tiempo una importante industria metalúrgica en Vigo; creó la primera línea de autobuses entre Santiago y A Coruña; diseñando también una boya submarina precursora de los submarinos de verdad. Y no se pierdan a D. Cayo Llamas situado en el lado izquierdo de la fotografía, que con una luenga barba blanca y bombín -a modo del Marqués de Bradomín- fue elegido diputado en Cortes durante el reinado de Alfonso XIII.

Dando un salto de dos o tres generaciones, nos encontramos ya con los sucesores actuales de aquellos personajes que con el paso de los años fueron capaces de procrear una numerosísima prole sin demasiado esfuerzo. Así, los apellidos Otero, Cobián, Villar, Sanjurjo, Valenzuela, Espinosa y un largo etc. se encuentran desparramados a lo largo y ancho de la geografía nacional acudiendo, eso sí, a esa "llamada de la selva" que los reúne cada Año Santo en Compostela.

Aún a riesgo de olvidar muchos nombres y apellidos, me gustaría recordar a alguno de esos descendientes que hemos recogido la antorcha de esta gran familia. Comenzaré por los actuales dueños del Pazo de la Mota, que no son otros que los descendientes de Merceditas Otero Lamas, cuyo primogénito Saturio de la Calle Otero se encuentra al frente de la Unidad de Transfusiones de Galicia cuidando de nuestra anémica salud. De la saga de los Cobián recordar, entre otros, a los fundadores en A Coruña del prestigioso Sanatorio Modelo; sin olvidar tampoco a los cobianes de Pontevedra en la persona de nuestro querido Pancho Cobián, alcalde de su ciudad durante la década de los noventa. De los Villar señalar al trío formado por Ventura, Síndo y Domingo que tras dejar en manos de su hermano Luis el Bazar de Villar de Santiago, emigraron a Vigo para fundar empresas como Trevínca, Plásticos de Galicia o Pazo San Mauro. De los políticos en activo de esta misma rama, que de todo hay en la viña del Señor, señalar a Paco Villar, actual diputado en Cortes y tri-secretario de Estado en varias legislaturas. De entre los más jóvenes, destacar a Mincho Villar, que heredando la chispa de su padre Domingo, se está revelando -junto a los "ollos da auga" que tiene en casa- como un excelente narrador de novelas policíacas que traspasan nuestras fronteras. De los Sanjurjo, aparte del ya mencionado Antonio Sanjurjo Badía, señalar a su nieto Manuel que manteniendo la tradición familiar de la pajarita, continúa rigiendo los destinos de la prestigiosa empresa metalúrgica fundada por su abuelo. Quisiera detenerme ahora en ésta rama familiar para hacer una mención especial a dos personas que nos dejaron hace algunos meses; me refiero a Genaro Borrás Sanjurjo, mi colega y amigo fraternal durante 25 años, que fue médico del Celta y de la Selección Española de Fútbol. ¡¡Cómo hubiera disfrutado con la consecución del título para España del Campeonato del Mundo!!. También nuestro adiós para Enrique Sanjurjo que nos dejó, tras pelear duramente con esa enfermedad que tanto nos cuesta mencionar su nombre. La rama de los Valenzuela es seguramente la mas política porque en ella se dieron personajes importantes de distinto signo; unos como Ramón Valenzuela Otero, escritor galleguista de izquierdas que se escapó de milagro del paredón en 1936, gracias a los auspicios de un familiar de derechas (siempre la llamada de la selva en sus distintas versiones); y otros como Cholo Valenzuela, mi amigo del alma y médico de gran prestigio. No sé, pero tengo la impresión que con la desaparición de todos ellos, el rugido del león nos está queriendo recordar que la muerte tampoco perdona a los mejores.

Y por fin, me voy a referir a los que llevamos como primer apellido Otero, esa rama familiar que en mi caso y por los avatares de la guerra civil fue probablemente la más castigada. Como muestra baste decir que el 19 de Julio del año 36 las milicias republicanas asaltaron el Pazo del Piñeiro (Pontedeume), propiedad de mis abuelos D. José Otero García y Dª Maria Castro Figueroa, asesinando a su primogénito y al cura del Pazo; asesinatos perpetrados tras sufrir un estremecedor martirio que me ahorro describir en sus detalles para no herir susceptibilidades. Y como el fin de la venganza no podía concluir ahí, ya muy al final de los años cuarenta una cuadrilla del maquis asesinó también a mi propio padre, médico de profesión, cuyo único pecado había sido el haber participado en la guerra civil en el bando nacional. Poco después, El Piñeiro fue incendiado y convertido en cenizas de la mano de los que ahora se están encargando en convertir en héroes.

Con estos antecedentes, la fotografía adquiere con el paso del tiempo un extraordinario significado porque nos narra la historia de una familia escrita sobre páginas impregnadas de situaciones diversas, y a veces controvertidas; una familia en la que la sutil "llamada de la selva" ha conseguido unir, recordando su pasado a través del largo y sinuoso Camino de Santiago.

Dicen que la historia se escribe con renglones torcidos, pero nadie a afirmado que lo haga de manera retorcida. Es por ello, que ojala esta humilde crónica sirva para que el rugido del león pueda poner en estampida a muchos irresponsables -aunque ello parezca misión casi imposible- que se empeñan en tergiversar la historia, provocando revanchismos sin sentido que lo único que provocan es el odio y el rencor. Si lo conseguimos ¡¡fantástico!!; si así no fuera, no tendríamos más remedio que recurrir a ese lema que acuñaron en su día nuestros antepasados, que dice: "En la cabeza de un Otero, humor, paciencia y sombrero" .

* Neurocirujano y componente de la saga de los ´Otero´