Patinete, piragua, triciclo o a pie; al aventurero lucense Jesús García Juanes le vale cualquier cosa para afrontar retos humanamente casi imposibles, como el que inició ayer: recorrer 3.050 kilómetros en bici sin más posibilidades de avituallamiento que lo que porta la mochila con la que este mediodía salió de la localidad de Rábade. Atrás quedan ascensos con gélidas temperaturas y semidesnudo o decenas de vueltas a la muralla para reivindicar su declaración como Patrimonio Mundial por la UNESCO.

García Juanes quiere que en España exista más concienciación a favor de la bicicleta y por eso reivindica un circuito profesional para bicis en Galicia, que aleje al ciclista de los peligros que ha de soportar en carreteras convencionales.

Licenciado en Ciencias de Información, pero sin ninguna vocación periodística, y cunicultor de profesión, este aventurerono tiene límites. Lo suyo es la aventura y superarse a sí mismo. Ayer partió en una bicicleta "normaliña", aunque reforzada en su estructura. Por la comarca lucense de A Terra Chá recorrerá una distancia similar a la que realiza un ciclista profesional en una gran vuelta, pero con una diferencia significativa: será su propio aguador, no tendrá fisioterapeuta, dormirá en la tienda de campaña que porta en la mochila y ningún coche de asistencia le aportará barritas energéticas.

En su mochila cargó 22,5 litros de agua, 8 de leche, 8 kilos de alimentos, 4 kilos más de material diverso y 1,2 kilos de pilas para alimentar un GPS, en el que quedarán reflejados todos los datos de su aventura. Esto supone que García Juanes tendrá que impulsar la bicicleta con un peso a la espalda, inicialmente, de más de 40 kilos y pedalear cada día sobre 200 kilómetros.

El calor es su mayor preocupación –"si aprieta el sol como estos días no lo conseguiré", advierte– y las primeras jornadas serán claves, porque es cuando más peso tiene que soportar, aunque su otro temor son "los coches", que, en ocasiones, poco respetan al ciclista.

También tiene que tener cuidado con el agua para no beber más de 10 centímetros cúbicos por kilómetro. "Si paso de esa cantidad, tendré que bajar de la bici", argumenta el aventurero lucense.