Si para cualquier persona es impresionante conocer a alguien que durante doce años ha vivido aislada, con los lobos como única compañía, para un antropólogo es un auténtico tesoro. La impresionante historia de Marcos Rodríguez Pantoja se cruzó en la vida de Gabriel Janer cuando él era un joven profesor a punto de comenzar su tesis sobre la mujer en el siglo XIX. Nunca llegó a escribirla. En cuanto conoció a Marcos tuvo claro que él sería la mejor tesis posible y, no sólo eso, también la persona que cambiaría su concepto de la vida y de la propia raza humana en muchos aspectos. Más de treinta años después, Gabriel ha convertido aquella tesis en un libro, “He jugado con lobos” (Editorial La Galera), y próximamente se estrenarán una película y un documental sobre el extraordinario hombre que, actualmente, reside en un pueblo del interior de Ourense.

-¿Quién es Marcos Rodríguez Pantoja?

-Marcos nació en Sierra Morena en 1946. A los seis años fue vendido por su padre -que vivía en una choza de carboneros junto a su segunda mujer- a un cabrero para cuidar el rebaño en un perdido valle de la sierra. Al poco tiempo el cabrero murió y Marcos quedó solo y completamente aislado. En los doce años que permaneció en el monte no tuvo contacto con humanos, vivió junto a una manada de lobos y nunca consiguió adaptarse a la sociedad.

-¿Cómo llegó a conocerlo?

-Un amigo mío, que estaba muy enfermo, lo tenía trabajando en su casa y le había contado su historia. Él me dijo que debía conocerle y escribir sobre él y allí fui. Por aquel entonces Marcos tenía 29 años y hacía 10 que había sido rescatado de la montaña.

-¿Fue complicado que le contara su historia?

-Para nada. Él quería contarla porque creía que si alguien la escribía dejarían de llamarle mentiroso. Tenía esa ingenuidad.

-Y usted, ¿nunca dudó de su historia?

-Pensé mucho sobre eso y el director de cine Gerardo Olivares volvió a preguntármelo cuando inició su proyecto. Pero creo que si yo mismo quisiera inventar un caso así sería incapaz de hacerlo tan bien configurado y con tanta verdad. Lo que sí hay que entender es que una cosa es lo que él vivió y otra lo que creía que vivía. Él daba de comer a los lobos y acudían a él cuando les llamaba. “Vienen porque son mis amigos”, decía. Gracias a la historia que tejió su imaginación logró sobrevivir a tanta soledad.

-Diez años después de salir de su total aislamiento, ¿era capaz de moverse sólo en el mundo civilizado?

-Era frágil y vivía como un ser extraño al mundo y a la realidad social. No controlaba la vida social ni entendía la ambigüedad del mundo, ya que en la naturaleza todo se cumple de un modo rígido. Durante mucho tiempo, si salía a la calle le hacía llevar en el bolsillo un papel con mi nombre y dirección, por si le pasaba algo. Actualmente tengo menor contacto con él, pero se que aún no se ha adaptado a las reglas sociales.

-¿Cómo escapó de aquella situación?

-Un guardabosques vio un día a un “ser extraño”, que ni siquiera supo decir si era humano ya que andaba a cuatro patas, vestía con andrajos y tenía el pelo larguísimo. Llamó a la Guardia Civil que le cogieron a la fuerza. Él se defendió con uñas y dientes e incluso arrancó una manga a uno de los guardias. Mandaron llamar al propietario de la finca y localizaron al padre del niño, que evitó la justicia y no se hizo cargo de él. Una familia de Cardeña, con la que también conversé para la tesis, fue la primera que se hizo cargo de él; le lavó, le cortó el pelo y le cuidó.

-¿Se enfrentó a su padre?

-No. El padre estaba casi ciego y dijo al semidesnudo Marcos: “Hijo, ¿dónde está la chaquetilla?”. Esta es la mayor estafa de la vida de una persona.

-¿Qué hace hoy Marcos en Galicia?

-Un matrimonio mayor le acogió en su casa y les ayuda en todo lo que puede. Son casi como sus padres. Aprendió algunas cosas, pero no sabe leer ni escribir.

-¿Se enamoró alguna vez?

-Tuvo alguna relación, pero nunca se casó ni tuvo hijos: es algo inconcebible para él sujetarse a normas y le cuesta mucho fiarse de la gente.

-¿Cree que es feliz?

-A ratos, como todos, pero no olvida su historia. Disfruta en la naturaleza y le gusta imitar los sonidos de los animales.