Ahora se la ve en el universo cardiaco, las cosas del corazón, pero esta periodista procede de la recia escuela de Pueblo con Emilio Romero, donde hizo desde sucesos hasta crónica política colaborando luego en Ya, Interviú, Tiempo... Debe ser ese origen lo que le hace mantener una respetabilidad en ese ámbito de los programas chismosos metidos en la vulgaridad delatora, que cambian el periodismo por el entretenimiento circense. Ella, no. Su último libro, “Si a los 60 no te duele nada, es que estás muerta” (Temas de hoy). Estuvo en el Club FARO.

-Si recuerda aquel periodismo de sus comienzos, de ruido en las redacciones, de mucha calle... ¿cómo ve al actual?

-Yo es que los veo muy acomodaticios, poco ambiciosos. Llegan a las redacciones, se sientan, están mejor formados, saben mucho de ordenadores, meten muchas horas... pero no tienen tiempo de pisar la calle.

-Bueno, ya tienen lo suyo. Mucho trabajo...

-Quizás no tienen esa necesidad de sobrevivir que teníamos nosotros en aquellos tiempos en que nadie nos regalaba nada. Recuerdo que Emilio Romero no me hizo un contrato hasta ocho o diez años después.

-Esos programas rosa en que usted aparece ¿ayudan a evadirse de la otra realidad de la vida?

-Cuando decidí pasarme a la crónica del corazón eran los años 80, una época dorada con jet set, la beautiful people.. Pero hablemos claro: ahora no es periodismo, es espectáculo.

-¿Y cómo sobrevive la vieja guardia del periodismo como usted en estos derroteros telecircenses?

-¿Qué podemos hacer¿ ¿Marcharnos para que ocupen nuestro lugar mindunguis dispuestos a decir locuras sin sentido de la medida? Porque a un periodista que se ha matado a estudiar seriamente seguro que no se lo van a dar. Yo creo que tenemos que permanecer y tratar de mantener un tono justo.

-¿Y cuál es el secreto para nadar y guardar la ropa?

-No caer en la trampa. Chillar, insultar, calumniar... es lo fácil. Se trata de mantener la distancia, aunque poca gente lo consigue en el rifirrafe televisivo de hoy, en el que sube audiencia lo contrario.

-¿Se agudiza el tono desabrido en la tele?

-Si hasta Jesús Mariñas es una madre de la caridad comparado con lo que hay... Desaparecerá el periodismo. Todo quedará en manos no de actores, que menos mal, sino de frikis que van a las teles a soltar las mayores burradas para escandalizar y que el público aplauda.

-¿Y eso por qué pasa?

-Porque son más difíciles de manejar los periodistas que esta gente a la que pagan y hacen lo que les digan, incluido el ridículo total.

-Programas como “Sálvame” han revolucionado el modo de hacer televisión...

-Es que no hay que confundir la crónica social y los programas del corazón con lo que es el reality y el espectáculo. “Sálvame” es un programa bien hecho, pero es un reality, no es periodismo. A las empresas cada vez les interesan menos los periodistas y lo malvado de “Sálvame” es que se ha convertido en un género a imitar y para eso no necesitan más que alguien dispuesto a meterse bolas por ahí mismo y a decir barbaridades.

Maruja Tores, Carmen Rigalt... Rosa pertenece a una etapa de chicas de oro del periodismo, que andan ahora rodeando los 60 y que vivieron juntos el último franquismo, la Transición...

-Y ahora su libro ¿es que hay vida después de los 60?

-Y de los 70 también, mira a Concha Velasco. Es una cuestión de actitud ante la vida.

-¿Volvería a los 30?

-¡Qué pereza otra vez volver a vivir! Como eso no va a ocurrir, lo mejor es aceptar los años como vienen y con una vida saludable.

-Pero ese espejo maldito en que un día dejamos de reconcernos...

-Sí, cuando no te sientes representada en tu interior por lo que ves... Cuando cumplí 50 me desnudé ante el espejo y vi que no era para tanto; hice lo mismo a los 60 y ya veía por ahí nuevas redondeces y pliegues. Pero, una cosa no faltaba; ilusión en la mirada. No nos obsesionemos.

-Hay quienes dejan de cumplir años...

-Pero ¿de qué sirve ocultar la edad? Es como si te avergonzaras de haber vivido.. . Juliette Grecó decía: “Yo no miro hacia atrás, no quiero coger tortícolis”.

-¿Y no siente usted una sensación a esta edad de estar bajo un bombardeo y que cualquier día te toca a ti?

-Una vez que pierdes a tus padres te das cuenta que estás en primera línea de fuego y eso te hace reflexionar. Y cuando vas perdiendo amigos de tu quinta sientes esa sensación de interinidad. Pero yo ya no tengo miedo a la muerte, sólo a la enfermedad invalidante, a la decadencia física.