Diego Hurtado de Mendoza nació a la par que el siglo XVI. Hijo del capitán general del Reino de Granada, recién terminada la Reconquista, hizo carrera militar y diplomática con Carlos V y fue amigo de la mismísima Teresa de Jesús. Su biografía está plagada de grandes hechos, pero nada comparado con el protagonismo que acaba de alcanzar 445 años después de su muerte: ser el más que probable autor de «El Lazarillo de Tormes», una de las cumbres de la literatura española.

El descubrimiento tiene nombre propio, la paleógrafa madrileña Mercedes Agulló, de 84 años de edad y toda una vida entre documentos históricos. Un libro inminente explicará los pormenores de una investigación que culminó con el estudio de la documentación de un tal Juan López de Velasco, cosmógrafo en la corte de Felipe II.

El destino deparó a López de Velasco ser encargado de la administración de la hacienda de Hurtado de Mendoza, y en la relación que hace de los papeles de Mendoza se incluye un epígrafe que lo reconoce.