Es considerado el medio de transporte más seguro y el más ecológico, pero a veces las adversidades meteorológicas pueden jugar una mala pasada. El viaje que comenzó como unas vacaciones para los pasajeros del Louis Majesty acabó en tragedia después de que una ola gigante de más de seis metros atacara al crucero y provocara dos muertos (un alemán y un italiano) y 17 personas heridas, una de ellas en estado grave.

Cuando el barco de pasaje salía de Cartagena hacia Génova se vio sorprendido por un golpe de mar a 25 millas de tierra, a la altura del Cabo de Begur, en Girona. El fuerte oleaje impactó contra las ventanas de un salón de proa y una cadena de tres olas gigantes seguidas hizo escorarse el barco, por lo que la última ola pudo alcanzar la quinta planta.

Aún así, viajar en crucero sigue teniendo una fiabilidad muy alta –más que el coche o el avión– y los ingenieros navales gallegos defienden la seguridad de la estructura de los barcos de pasaje. "Las estructuras están muy reforzadas pero todos los materiales tienen un límite y un barco no lo aguanta todo", explica José Antonio Lagares, vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros Navales de Galicia. "Que haya ocurrido esto no significa que el buque esté mal diseñado, sino que habría que analizar también otros factores, como la velocidad, el tamaño de la ola, el estado del mar y la estructura", añade.

¿Se podría reforzar aún más la seguridad? "Todo se puede aumentar y se puede reducir la probabilidad de siniestro, pero el precio también sube", indica Lagares. "Es imposible hacer barcos que no se hundan porque el riesgo cero no existe", matiza.

Las embarcaciones cumplen un reglamento, cada vez más estricto, y para poder navegar. "Todos los buques deben pasar unas revisiones periódicas con unos parámetros establecidos a nivel mundial, sobre todo los cruceros, lo que refuerza su gran fiabilidad", asegura el ingeniero técnico Francisco Bartolomé. "Los barcos que se hacen ahora son suficientemente seguros como para pensar en reforzarlos", añade.

Lo que más tranquilidad da a los ingenieros es la rareza con la que se producen este tipo de olas "asesinas", sobre todo en mares como el Mediterráneo. "Son hechos aislados que no suceden muy a menudo y suelen darse en mares con riesgos de fuerte oleaje, por eso me resulta más extraño que haya ocurrido en el Mediterráneo", asiente Bartolomé.

Sucesos como el ocurrido en Barcelona no deben poner en duda la calidad de los materiales de estos barcos. Para el vicedecano de los ingenieros navales "no hay buques que resistan tsunamis". "Muy pocas veces nos encontramos con accidentes como este", comenta Lagares.

Lejos de pensar que un incidente como el hundimiento del Titanic pueda ocurrir un siglo después, los barcos que hoy navegan por los mares cuentan con tecnologías, equipamientos y sensores que constantemente monitorean el estado de la embarcación y son capaces de prevenir cualquier posible causa de accidente.

Pérdida de comunicación

Las olas de gran tamaño reciben también el nombre de olas "asesinas" y pueden causar tragedias como la ocurrida en Barcelona. La boya ubicada en el Golfo de Roses (Gerona), a más de siete kilómetros de distancia de la costa, registró olas superiores a los 6,5 metros de altura entre las 19.00 y 20.00 horas del miércoles, fruto del temporal registrado, que incluso causó la pérdida de comunicación de este sistema con el Servicio Meteorológico de Catalunya.

En el Louis Majesty viajaban 1.350 pasajeros y 580 tripulantes. El crucero había salido hace 12 días de Génova y luego Marsella, y había pasado por ciudades como Tánger, Casablanca, Tenerife, Lanzarote, Cádiz y Cartagena, de donde salieron hacia Barcelona aunque finalmente pasaron de largo por el fuerte viento.