El deterioro ambiental provocado por el hombre ha llevado a la Organización de las Naciones Unidas a declarar el 2010 como Año Internacional de la Biodiversidad con el fin de sensibilizar sobre la importancia de la diversidad de vida en el planeta para el bienestar humano. El biólogo americano William Laurance, uno de los mayores expertos en ecología tropical, visitó estos días Vigo para explicar en la Fundación Carlos Casares las principales amenazas y desafíos de la investigación en los trópicos. “Cada minuto desaparecen en el mundo lo equivalente a 50 campos de fútbol de bosques tropicales”, asegura.

-¿Cuáles son las principales amenazas que están sufriendo los trópicos?

-Históricamente los hombres destruían los bosques con machetes, pero ahora el impacto de la globalización está siendo mayor. China está comprando madera de manera compulsiva procedente de estos entornos, lo que provoca una excesiva deforestación. De hecho, el 80% de las exportaciones de madera de Brasil son ilegales y se hacen sin cobrar impuestos. Por otro lado, Brasil creará más de 6.000 kilómetros de nuevas carreteras penetrando en el corazón del Amazonas. Cada minuto desaparecen en el mundo lo equivalente a 50 campos de fútbol de bosques tropicales. Otras amenazas son los incendios que producen los gases de efecto invernadero, la minería ilegal y, lo más curioso, cada habitante de la Amazonía destruye más bosque cada año.

-¿El cambio climático afecta a los trópicos tanto como a los polos?

-Existe una gran confusión en la sociedad al pensar que las zonas más dañadas son las áreas más frías, pero lo cierto es que los entornos tropicales son los más afectados por el cambio climático. Existen especies muy sensibles a la temperatura que viven en bosques tropicales aisladas verticalmente, donde cada 100 metros varía un grado la temperatura. Cualquier incremento las va amenazar y no van a poder escapar de su entorno porque las áreas más próximas también habrán cambiado.-¿La migración de las personas tiene algo que ver?

-La contaminación ambiental tiene una fuerte asociación con las densidades de población y su crecimiento. Nadie quiere discutir este tema, pero están surgiendo nuevas enfermedades que amenazan la biodiversidad. Las personas y las mascotas nos estamos moviendo internacionalmente y estamos transportando microorganismos que, aunque parecen inapreciables para nosotros, pueden ser mortales para especies tropicales. Por ejemplo, la malaria es la principal causa de extinción de las aves, el ébola está matando a muchos goriles y chimpancés en África y un hongo ha provocado la muerte de 200 millones de anfibios.

-¿Cuáles son las soluciones para frenar esta tendencia?

-La pregunta es: ¿Hay esperanza? Sí, la hay. El número de reservas está aumentando y un 10% de los ecosistemas tropicales tiene protección; la actitud de los países en desarrollo ha cambiado y se le da más importancia a la conservación de estos espacios; y los protocolos de Kioto o Copenhague ayudan a disminuir las tasas de deforestación y las emisiones de dióxido de carbono.