Javier Serrano recuerda que la exposición Valle-Inclán Debuxado incluye dos partes, “la que se refiere a la obra ilustrada sencillamente incluye sólo joyas, piezas excepcionales, y en la colección de caricaturas lo que no hay que perderse es la evolución del escritor, como va cambiando con los años y como van entrando las nuevas técnicas y tendencias artísticas en la caricatura y como los ilustradores van adaptando la representación de Valle-Inclán a ello”.

—¿Fue Valle-Inclán un icono de su tiempo?

—Totalmente, por supuesto Valle-Inclán fue un icono de su tiempo y un objetivo favorito para los caricaturistas y los retratistas de su época, que hay que recordar que eran muchos y muy buenos.

—La evolución del aspecto físico del escritor no parece casual ¿inventó su imagen como inventó los personajes de sus novelas?

—Si, la imagen de Valle-Inclán la construyó él mismo: crea una figura que sea reconocible, muy reconocible e identificable para todo el mundo y la mantiene prácticamente desde que llega a Madrid en 1895 hasta su muerte, aunque por supuesto hay algunas variaciones no solamente debidas a su edad (el pelo o la barba canosa) sino modificaciones que fundamentalmente consistieron en quitarse la melena modernista que tenía a principios de siglo, se la quita durante un periodo largo de tiempo y la recupera de nuevo en su ancianidad. Pero sus símbolos más identificables, barba y gafas, los mantuvo siempre hasta su muerte.

—Más allá de su imagen, llegó a inventarse una vida: episodios diversos que no pueden confirmarse, utilizó varias firmas etc .

—Es que hay que tener en cuenta que Valle-Inclán es un hombre que no sólo vive de la literatura y hace literatura sino que la crea tanto en papel como en su propia vida. Él sabe que en su tiempo todos lo consideran un creador de historias y no sólo historias por escrito sino orales, de hecho la mayor actividad de Valle-Inclan durante su vida, más que escribir, fue charlar, la tertulia en los cafés, todo ello fue contribuyendo a crear una imagen de si mismo desde muy pronto y supo siempre que crear esas historias era el mejor marketing de si mismo y de su obra, esas historias hicieron que Valle-Inclán suscitase el interés de todo el mundo y, por supuesto, de la prensa, que tanto le ayudó a divulgar su persona y su obra.

—¿Ha sido intensa la labor de selección de las caricaturas o se ha optado por incluir todas las ilustraciones que se conservaban?

—Lo cierto es que la selección de las caricaturas ha sido poca, hemos intentado recoger todas o casi todas las que conocíamos publicadas en vida de Valle-Inclán, ese era el criterio central, que tenían que haber sido publicadas en vida o inmediatamente después de su muerte, en 1936, recogimos entonces las que habíamos reunido a lo largo de muchos años. La gran mayoría proceden de la prensa de la época.