"El vínculo, la conexión afectiva entre padres e hijos se da independientemente de que el hijo sea adoptado o biológico". Eso afirmó ayer en el Club FARO la psicóloga clínica Alicia Fernández-Zúñiga, que junto a la especialista en adopción internacional Carolina Rodríguez dieron una charla en torno a un tema: "Después de adoptar". Y el significado de esa afirmación de la psicóloga sería redondeado luego por su compañera de mesa cuando dijo que "no es padre ni madre aquella persona que concibe a un hijo y lo trae al mundo sino aquella que da amor al hijo, le cuida, protege... en definitiva aquella con quien el pequeño se vincula afectivamente y reconoce como padre o madre".

Autoras ambas de "Quiero adoptar" y "Después de adoptar" en ediciones Ceac, y presentadas por Juan Gaisse, presidente de la Asociación Manaia y abogado , habló en primer lugar Alicia Fernández-Zuñiga centrándose en esa primera etapa posterior a la adopción en la que comienza la relación y hay que establecer los vínculos. "Los padres adoptivos aman a sus hijos –afirmó– tanto como los biológicos. La relación de apego que se da entre padre e hijo es igualmente fuerte, ya que no depende de la conexión biológica ni de la relación de sangre sino de la experiencia que se construye entre ambos".

Todo depende

La psicóloga afirmó que si el niño ha establecido un apego fuerte a una edad temprana podrá realizar otros vínculos afectivos posteriores con otras personas. Según dijo, el sentimiento no aparece inmediatamente sino que tiene que transcurrir un tiempo, especialmente para el niño, y más si ha tenido otras relaciones paternas anteriores. "Evidentemente –matizó– si el niño ha sufrido maltrato o ha sido criado por personas diferentes durante los primeros años y, en consecuencia, no ha tenido las atenciones necesarias, no confiará al principio en los adultos que le están cuidando y es posible que no responda a las atenciones ni al cariño como se espera de alguien de su edad".

En lo que insistió Fernández-Zúñiga fue en que el apego se logra en la medida en que el niño siente que la persona que le cuida le proporciona estabilidad emocional. "Los expertos han intentado fijar la edad en que se establece el apego. Parece que el niño desarrolla normalmente vínculos seguros entre los dos y los tres años de vida y algunos investigadores plantean que existe un período crítico a partir del cual el niño tiene más dificultad para establecerlo, a partir de los cuatro años. Pero la experiencia ha demostrado que niños de estas edades han sido capaces de crear vínculos seguros con los padres, lo cual indica que no depende probablemente tanto de la edad sino de 0otros factores".

Carolina Rodríguez Bustelo dirigió su charla, por su parte, a ese desafío que es hablar al menos de su adopción. "Todos tienen muchas ganas de adoptar pero la verdadera aventura –dijo– comienza cuando el niño llega a casa. Y una de las asignaturas es cómo explicar la adopción al niño. Hay que ser conscientes y aceptar que nunca puede haber un secretismo en torno a ello. El hijo va a ser adoptado siempre, durante toda su vida. Esto implica una diferencia pero ésta no tiene que entenderse en sentido negativo o peyorativo. Desde el conocimiento y la aceptación de las diferencias será más fácil hablar con él de sus orígenes, nunca avergonzándose de ellos".

Resaltó esta experta que con la legislación internacional vigente una persona adoptada tiene derecho a conocer y buscar sus orígenes, mientras que z aquellos que dan un menor en adopción no tienen derecho a saber qué ha sido de él. "No se puede dejar de hablar con el menor adoptado de sus orígenes pero no debe hacerse a iniciativa de los adultos, ni tampoco forzando la situación".

Hay por tanto, según dijo, un derecho a saber pero el cuándo, cómo y qué información es algo que está en función de cada caso. "Eso sí –explicó– la información debe ser sincera, proporcionarse con mucho cariño y en circunstancias adecuadas. Las respuestas que se den son claves".