"Existen habilidades emocionales que bien practicadas pueden ayudar a resolver o capear la crisis y hacer la vida más vivible", decía ayer en el club FARO el psiquiatra José María Poveda, al principio de su charla sobre "La inteligencia emocional para superar tiempos de crisis". Presentado por el periodista Víctor Sariego, la gestión de las crisis a base de inteligencia emocional y la optimización de los recursos existentes en cada individuo fue el eje en torno al cual giraron todas sus consideraciones.

Podríamos sintetizar su intervención con las ideas que le sirvieron como colofón de la misma. Según eso, crisis hay y va a seguir habiendo y cuando llegan una manera de afrontarlas es recurrir a la inteligencia emocional, algo que tiene que ver con saber conectar cabeza y corazón, lo cual no es posible si estamos enfadados o distraídos. "La inteligencia emocional se vive –afirmó– como fuidez que reafirma alegría y optimismo". Para dar pasos en esa dirección, hay dos recursos claves para Poveda, entre otros varios que descifró: la autoestima y la empatía, esta última como habilidad para una actitud respetuosa de escucha activa o, dicho de otro modo, para escuchar y entender cómo se siente la otra persona y porqué".

"No depende tanto ser feliz de lo que ocurre alrededor como de la actitud interna", dijo este psiquiatra especialista también en "coaching", que redondeó esa idea, emitida al principio de su charla, con otra que se pudo oir casi al final de la misma: "La gente no sufre tanto por lo que pasa como por lo que piensa que pasa". Y otras dos afirmaciones muy esclarecedora entre las suyas: primera, no hay progreso sin crisis, esa es la utilidad de las crisis. Segunda, aquello que nos fastidia del otro, es porque está también en nosotros".

Poveda se refirió a tres recursos globales contra la crisis que fue desgranando en otros más concretos: el primero, la inteligencia intrapersonal; lo que viene a ser cómo uno se piensa a sí mismo; el segundo, la inteligencia interpersonal, es decir, cómo nos relacionamos con los otros, cómo los pensamos y, el tercero, la adaptabilidad, que implica un contacto consciente con la realidad (hay varias visiones posibles de la misma) y la flexibilidad para hacerle frente.

De ese primer recurso global, la inteligencia intrapersonal, destacó la autoestima como la "habilidad de querernos a nosotros mismos tal como somos, con la fuerza que da la autoconfianza y el autorespeto". La autoconciencia emocional fue otro de los aspectos destacados en este apartado intrapersonal, afirmando que se basa en la familiarización con nuestros patrones de respuesta emocionale. "Da claridad en la percepción de la emoción y de sus causas –dijo– y nos permite tener capacidad para evaluar la situación".

La asertividad fue otro apartado intrapersonal al que se refirió, valorándolo como la habilidad de poder decir a los otros con confianza lo que nos gusta y lo que no nos gusta, evitando esos extremos ulcerantes o improductivos en las relaciones con los demás que son la pasividad (el silencio) y la rabia. "El manejo de esta habilidad –afirmó– supone decir las cosas correctamente, sin pasarse encolerizado pero también sin quedarse en silencio".

Y la independencia, como otro de los factores intrapersonales: "Es la habilidad para tomar decisiones basadas en una informada evaluación y entendimiento de la situación sin tener la obligación de satuisfacer las necesidades emocionales de cada uno que tenga una opinión sobre ello". Y añadió otro factor más: la autoactualización. La capacidad para fijarse metas y alcanzarlas, la propia medida del éxito.

El segundo recurso global que abordó fue el de la inteligencia interpersonal, en la que integró factores como la empatía, la responsabilidad social y las relaciones interpersonales.

"Si la empatía –explicó– es la habilidad para escuchar al otro entendiendo cómo se siente y porqué, la habilidad social supone ser capaz de cuidar y disciplinar nuestros esfuerzos de trabajo para servir a los intereses de grupos más allá de nuestras metas o necesidades personales"