Niega que los teléfonos móviles sean contraproducentes para los niños, pero advierte que el papel de los padres es salientar el "uso educativo" de estos aparatos. Además, el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez aconseja a las familias que "vigilen" con quien hablan los pequeños a través de internet.

–Más de la mitad de los niños gallegos ya tiene móvil. ¿Es negativo que desde tan pequeños tengan acceso a estos aparatos?

–Los padres no pueden ser reacios a estos teléfonos. No son negativos para los pequeños pero las familias tienen que inculcarles su uso educativo. Hay que concienciarlos para que no utilicen el móvil sólo con el objetivo de grabar imágenes para difundir en internet o evitar que hagan un gasto descontrolado, pero igual que ocurre si compramos un paquete de folios y el niño se dedica a malgastarlos. Hay que educarlos para un uso correcto de las cosas.

–En una sociedad donde casi todos los adolescentes tienen móvil, ¿es bueno que un padre rechace comprarselo a su hijo?

–Si todo el entorno del menor tiene móvil es cierto que aquel que no posea este aparato se sentirá fuera de lugar y no ser como los demás le puede provocar ansiedad. Es evidente que no va a sufrir una marginación social por no tener móvil pero es como si todos los alumnos ven una serie y alguien no. Al final, se siente desplazado.

–¿Cuál es la edad ideal para que un niño reciba su primer móvil?

–Depende de cada caso. En las tiendas ya hay móviles pensados para niños muy pequeños, que sólo sirven para que llamen a los padres en caso de emergencia. Hay que analizar la situación de cada pequeño y su entorno. En el rural no suelen demandar el móvil desde tan pequeños. Además, las niñas, que siempre son más comunicativas, son más propensas a pedir estos aparatos.

–Los adolescentes gallegos son los que menos se conectan a internet...

–Se debe a que en muchas zonas, sobre todo en el rural, es difícil tener ADSL o internet en casa. Los consejos a los padres son que tengan el ordenador en una zona común de la casa, al menos al principio, y que vigilen con quien hablan o donde se conectan sus hijos.