Los cuerpos de los miñoranos asesinados a manos de falangistas el 15 de octubre de 1936 en la conocida Volta dos Nove, en la parroquia baionesa de Baredo, no están donde se creía. Los arqueólogos que participaron en la excavación de la fosa común del cementerio de Baiona, concluyeron ayer que sus restos han desaparecido de su enterramiento inicial. Después de siete días de intenso trabajo en la excavación del cementerio municipal de la villa real, los arqueólogos y miembros del Instituto de Estudos Miñoranos (IEM) decidieron cerrar los agujeros y dar por terminada la tarea sin los resultados esperados.

Durante toda la semana realizaron dos excavaciones de dos metros de profundidad. Sí localizaron infinidad de huesos, al menos pertenecientes a cuarenta cuerpos humanos, además de perros y otros animales, pero ninguno de ellos les llevó a pensar que se trataba de alguno de los cuatro vecinos de Nigrán y cinco de Baiona ejecutados por su afiliación a sindicatos de la época. “Algúns tiñan os cravos dos cadaleitos ó redor, outros eran nenos polo seu tamaño, ningún presentaba signos de violencia como esperabamos nin buratos de disparos no cráneo...”, explica Xosé Lois Vilar, arqueólogo y miembro del IEM. El experto indicaba ayer que “xa non tén sentido continuar despois de dous furados de dous metros de profundidade”.

La tradición oral baionesa y los testimonios de los familiares de los represaliados situaban sus restos en la fosa común del camposanto baionés, pero las pesquisas del IEM -en colaboración con la Consellería de Cultura y el Instituto de Medicina Legal de Galicia- no resultaron satisfactorias.

Los motivos del fracaso son claros. El cementerio baionés registró durante décadas una saturación que llevó a realizar enterramientos desordenados. “É moi posible que se tiraran os ósos sen avisar as familias cando se cavaron buratos para enterrar outras persoas”, añade Vilar.