Las alergias a alimentos y al látex son cada vez más frecuentes en la infancia. El temor de los padres no sólo es vigilar la exposición de sus hijos a estos productos, sino también encontrar una escuela con garantías de seguridad a su problemática. Con el fin de formar a los profesores, educadores y personal de cocina y comedor escolar ante situaciones en las que el menor presenta una reacción adversa, la delegación en Galicia de la Asociación Española de Alérgicos a Alimentos y Látex (AEPNAA) celebró ayer en Santiago una jornada informativa para tratar las dificultades de este colectivo en la escuela.

“Se trata de ofrecer una serie de herramientas a los educadores para darles tranquilidad, prevenir reacciones y enseñarles cómo tratar al niño desde el primer momento”, explica Eulalia García, vicepresidenta de AEPNAA. “La escolarización de los niños es un derecho y una obligación, pero debe tener unas garantías de seguridad”, añade.

Actualmente un 7,5 por ciento de la población infantil sufre alergia a alimentos y un 1 por ciento al látex. “No son sólo reacciones cutáneas, sino que también puede producir diarrea, vómitos, dermatitis atópica, asma e incluso un shock anafiláctico (convulsiones)”, asegura Eulalia García. “En este último caso, considerado muy grave, la solución está en una inyección de adrenalina”, añade.

Es ahí donde más dudas surgen a los profesores. Cuándo tengo que utilizar la inyección, qué dificultades tiene el niño para respirar o cuál es su estado de consciencia son algunas de las preguntas que bloquean al educador. Precisamente la jornada informativa instruyó a los profesores sobre la importancia de tratar a estos niños alérgicos y no hacer que se sientan diferentes de sus compañeros.

La sociedad empieza a tener concienciación de esta problemática. La lactosa no sólo se encuentra en la leche o sus derivados, sino que también hay productos, como el jamón serrano, que la contienen, o incluso las tizas de los colegios. “Tienes que leer detenidamente las etiquetas para conocer todos los componentes, pierdes mucho tiempo y a veces te ven como un bicho raro”, admite Pilar Muñoz, delegada de AEPNAA en Galicia. “Los niños son conscientes de sus limitaciones, pero no pueden sentirse apartados”, añade.

Cuidado con los productos

En los comedores, el personal debe tener especial cuidado con su comida, elaborar primero los alimentos de estos niños con los instrumentos limpios y mantenerlos alejados de los productos que produzcan alergia al menor. “Si se tiene cuidado, no hay ningún problema”, coinciden Muñoz y García.

En cuanto a los alérgicos al látex, los objetos que contienen este producto están presentes en las gomas de borrar, los globos, los juguetes, la tapicería del coche... “Si hay niños alérgicos a este material, no hay necesidad de utilizar globos en una fiesta. Se pueden hacer farolillos de papel o utilizar serpentina como alternativas”, propone la vicepresidenta de AEPNAA.

La principal preocupación está en el material sanitario, que emplea látex en su mayoría. “El simple polvo que sueltan los guantes es suficiente para un alérgico”, manifiesta Pilar Muñoz.

Uno de los mayores logros de este colectivo ha sido el programa Alerta Escolar, que lleva funcionando en Galicia cerca de dos años. Los padres inscriben en él a sus hijos y, ante una emergencia, el maestro llama al 061 -que al momento conoce que es un niño alérgico- y este da las instrucciones básicas hasta su llegada. “Galicia es una de las comunidades más avanzadas en este sentido”, afirma Eulalia García.

Un incremento importante en la cesta de la compra

Los alérgicos invierten mucho más tiempo y dinero en llenar su cesta de la compra. Hay muy pocos productos específicos para estos afectados y tienen que bucear entre las etiquetas de lo que compran para confirmar la presencia o ausencia de alérgenos a los fabricantes.

Pero los productos de primera necesidad cuestan en ocasiones hasta cinco veces más. Así, un litro de leche normal que cuesta cerca de 90 céntimos ascendería a 5,19 euros en el caso de carecer de la proteína leche de vaca. En caso de hidrolizados, el bote podría superar rondar los 50 euros. Ocurre lo mismo con los yogurts (0,25 euros el normal, 1,05 sin proteína leche de vaca), las magdalenas (1,20 normal, 6 euros específica), la mahonesa (0,90 / 3,30 euros) o la nocilla (1,50 / 3 euros), entre otros.

Según cálculos de AEPNAA, la selección de estos productos supone un incremento mínimo anual de 1.262,72 euros en el coste de la cesta de la compra.