Realizaba operaciones de cirugía estética sin titulación médica, con utensilios de uso veterinario y en un piso en Barcelona que estaba en condiciones higiénicas deplorables, donde vivían además cinco animales domésticos (tres perros, un gato y un loro). Cobraba únicamente entre 250 y 500 euros y tenía clientes de toda España y no esterilizaba el material. El día de su detención iba a intervenir a una joven de 29 años que se había desplazado desde Madrid y el domingo tenía otra cita con otra clienta. Los agentes comenzaron la búsqueda del ahora detenido a partir de los datos de un médico del País Vasco que informó de que una paciente suya se había sometido a una operación con él.

El procedimiento que empleaba era muy arriesgado para la salud. Inyectaba a sus pacientes silicona líquida, no apta para usos inyectable, y utilizaba pistolas de uso veterinario. El registro que realizó la Policía en el domicilio concluyó que no tenía ningún instrumento para esterilizar. Las agujas de las pistolas que usaba son reutilizables, por lo que existían importantes riesgos de infecciones y transmisión de enfermedades contagiosas. Tampoco llevaba un registro de las operaciones que realizaba, que eran de pecho y de nalgas.

La investigación policial comenzó en el mes de febrero.