En una entrevista con Efe, Djahnine afirma que el éxito que ha tenido su filme radica en que sus compatriotas "se han apropiado" de él y en que ha servido para que "se hable de la violencia en Argelia".

La hermana de la directora, Nabila Djahnine, trabajó junto a ella en la emancipación de las mujeres del país africano y formaba parte de la ONG "El grito de las mujeres" antes de ser asesinada en el pueblo argelino de Tizi-Ouzou en 1995, tres años después de que militares tomaran el poder y forzaran la dimisión del presidente, Chadli Bendjedid.

La directora volvió en 2006 a este lugar para rodar la película, una experiencia que define como "difícil y larga", un proceso "realmente duro" que decidió acometer porque "aún no se había dicho nada de esta etapa de violencia en Argelia", posterior a la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS) en las elecciones municipales de 1990 y en la primera vuelta de las legislativas de 1991.

Djahnine, que con su trabajo pretende "construir una idea de Argelia" y que niega la existencia de "un mundo árabe" como un concepto global, ha participado con esta cinta en el primer ciclo hispanoárabe de mujeres cineastas celebrado esta semana en Granada y Málaga.

La cineasta critica que la imagen que la sociedad argelina tiene de la mujer es "bipolar", entre una víctima de la violencia machista y una "mujer heroína" que "luchó" durante el citado conflicto político.

"En mi película quiero mostrar todo un abanico de variedad que no refleja para nada esos dos estereotipos", aclara la autora, que también ha escrito varias novelas, una recopilación de poemas con el título "Más allá de la muerte" (2003) y textos de humor publicados en revistas francesas y argelinas.

No obstante, eligió el cine para narrar la situación de su país porque la imagen es "mucho más fuerte" que la literatura, motivo al que Djahnine añade que en Argelia hay "muy pocos" lectores, ya que sólo un 60 por ciento de la población está alfabetizada.

Por otra parte, ha criticado la escasa financiación que recibe el cine argelino por parte de las instituciones de aquel país, lo que obliga a los directores a recurrir a sus propios recursos: "El artista pone mucho de su parte porque cree realmente en el proyecto".