Con aspecto frágil pero recuperado de sus problemas respiratorios del año pasado, el escritor ha apelado a diferenciar entre felicidad y riqueza y ha reconocido sentirse satisfecho no sólo por el reconocimiento a su labor literaria, sino también por "la intensa labor" promovida desde la Fundación que lleva su nombre.

Saramago, que ha participado hoy en la presentación de varios programas y proyectos que se impulsan desde este organismo en la localidad granadina de Castril -lugar de donde es oriunda su mujer, Pilar del Río,- ha expresado su agradecimiento a los habitantes del municipio por no volverse "indiferentes" hacia él y ha indicado que se siente "cada vez más feliz en esta tierra".

El Premio Nobel de Literatura en 1998 sostiene que su nombre ha sonado muchas veces en el pueblo "como si fuera una varita mágica que haya que manejar con mucho equilibrio".

El autor de obras como "Ensayo sobre la ceguera", "El Evangelio según Jesucristo" o "La caverna" ha comentado que "hay que saber distinguir entre tradiciones malas y buenas".

"No es una buena -ha dicho- lanzar una cabra desde un campanario o lancear a un toro hasta la muerte", fiestas populares que, a su juicio, se distancian de otras costumbres como la veneración profesada en Sicilia al burro como animal que contribuyó al desarrollo de la isla o la admiración que se le dedica en Castril a actividades ancestrales como la artesanía vidriera.

Las iniciativas de fomento de los productos generados en Castril deben ir encaminadas a crear "un producto diferenciado del resto", ha apuntado Saramago, quien ha arremetido contra la "política homogeneizadora" de las empresas multinacionales.

En este sentido, entre los objetivos de la Fundación José Saramago destacan el de promocionar la creación artística del vidrio del municipio, así como impulsar todo tipo de actividades literarias y culturales en la zona.

Así lo ha indicado su presidenta, Pilar del Río, quien ha asegurado que desde este organismo tratan de asumir, defender y reivindicar todas estas actividades desde una perspectiva ideológica y a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

"No se trabaja para Castril, sino desde Castril para que las industrias culturales sean como luces que se van encendiendo", ha afirmado Del Río.

Por su parte, el regidor del municipio, Juan José López Ródenas ha precisado que la Fundación ha generado unos ingresos en el pueblo de un millón de euros y emplea en la actualidad a una treintena de personas.

Para López Ródenas, el rescate de una tradición ancestral como el trabajo del vidrio es "una de las joyas" que ha conseguido impulsar la Fundación, una industria que, al igual que ocurre con los alfareros de la novela "La caverna" de Saramago, fue abandonada porque ya no era necesaria.