Mar Mato  Vigo

"Cuando llegas a esta situación, y hablo por experiencia porque perdí la vista a los 27 años, piensas ´¿y ahora qué hago? Esto ya no es vida´. Piensas que se ha acabado todo, se te pasan mil y una tonterías por la cabeza hasta que llegas a la ONCE y se te abre el mundo de nuevo", explica Jacinto Sotelo, jefe del departamento de Servicios Sociales de la Organización Nacional de Ciegos Españoles. "Lo importante -añade- es saber asumir la nueva situación, buscar recursos para superarlo".

"Momentos muy malos" también pasó Telmo Comesaña, presidente de la Asociación viguesa pola Memoria Histórica do 36, cuando le diagnosticaron degeneración macular, envejecimiento de la retina que puede desencadenar en ceguera. "O caes en la depresión y no haces nada o tiras para adelante", explica este jubilado de vida activa. La nula visión en un ojo y la limitadísima en el otro no le impiden ir solo a Pontevedra en diferentes autobuses desde su casa situada a cinco kilómetros del caso urbano vigués con el fin de realizar gestiones, disfrutar de las exposiciones del_Museo Serralves de O Porto o impartir conferencias en diversos puntos de Galicia.

En primer lugar, Comesaña empezó por reaccionar, comprender su nueva situación y adaptarse. Como primer paso, se afilió a la ONCE -que este fin de semana cumplió sus 70 años de vida- donde le facilitaron diferentes materiales y técnicas de adaptación (tiflotecnología) como lupas, un pequeño telescopio, un programa informático que lee los menús del ordenador y los correos electrónicos, así como punzones y papel para escribir y leer en braille.

Respecto al sistema de escritura para ciegos (del que recibe varias clases semanales en la ONCE junto a las otras tres personas de su grupo), este jubilado vigués asegura que "no es una cosa de otro mundo; es asequible aunque complicado". "Si me quedara ciego totalmente ahora -señala- no tendría ningún problema porque podría leer un libro, aunque con lentitud. El braille requiere mucho entrenamiento pero también se precisa para tocar un instrumento".

Las clases de braille y los materiales de adaptación no son los únicos servicios ofertados por la ONCE para las personas que han comenzado a perder su visión drásticamente o que ya se encuentran ciegos.

Rehabilitación para vivir

La organización dispone de psicólogos para ayudar a los afiliados a aceptar su situación, así como de trabajadores sociales para ocuparse de su integración, sin olvidar la preciada ayuda de los técnicos de rehabilitación que les ofrecen pequeños trucos para moverse en autobús sin equivocarse de parada; poner una lavadora en casa; hacer la comida; pasear por la ciudad; moverse por su vivienda e incluso por su trabajo.

Precisamente, para esto último, el invidente y vendedor de cupones Oscar Proietti requirió la ayuda de una técnica. "Yo tenía una movilidad reducida cundo empecé aquí (en el Alcampo de la Avenida de Madrid en Vigo). Dependía de alguien hasta para ir a tomar un café. Un día me dije ´no puede ser´. Me puse en contacto con la técnica de rehabilitación y recorrimos todo el hipermercado. Aún así, hay momentos en los que me pierdo pero como la gente que trabaja aquí ya me conoce, me avisa", explica Proietti.

Este vigués de adopción -procedente de Argentina donde perdió la vista tras una operación- explica que la adaptación al medio para la persona invidente es siempre continua con nuevos materiales tecnológicos como los lectores de colores de la ropa o los sensores que avisan si hay una luz encendida en la vivienda o no para evitar el consumo innecesario.

"A mí, me cambió mucho la vida. Tuve que aprender a leer y a caminar de nuevo. En la ONCE, consigues que tu vida sea normal, que seas útil a la sociedad. Lo consiguen con la venta del cupón. La gente piensa que es una lotería como las otras pero encierra mucho más", explica Proietti.

El 90% de los ingresos por la venta del cupón se dedican a la prestación de servicios, según los datos ofrecidos por Suevia Sánchez, trabajadora de Servicios Sociales de la ONCE.

Una vida distinta

"Mucha gente mayor pierde la visión y es muy duro. Aquí se van recuperando. Qué duda cabe que hay que acostumbrarse a un modo de vida totalmente distinto pero gracias a estas ayudas podemos vivir", señala Sánchez. La joven quedó ciega a los 10 años de edad durante varios meses para luego recuperar parte de la visión, no más del 14%.

"Hacía tiempo que notaba dificultades para conducir. Un día, delante del espejo, me tapé un ojo primero. Luego, otro. Y descubrí que de uno ya no veía". El jubilado Telmo Comesaña comenzaba así hace cuatro años una nueva etapa en su vida con una limitación visual que sigue en aumento debido a una degeneración macular. Comesaña ha decidido liberarse de complejos. "Tienes que decidir entre salir o quedarte en casa", explica. Él optó por salir, al igual que el vendedor de cupones Oscar Proietti o la trabajadora de servicios sociales de la ONCE Suevia Sánchez.