"Base antártica Juan Carlos I". Una voz masculina pronuncia la frase por el hilo del teléfono. El viento sopla a través de las sílabas. Preguntamos por Juan Olveira y en dos segundos este joven de Ribeira, mecánico naval de 28 años de edad, comienza a comunicarse. Son las ocho de la tarde hora española; las cinco en la Antártida.

Olveira lleva menos de un mes en el continente helado, encargándose junto a otro mecánico, del mantenimiento de la base Juan Carlos I, que agrupa a 21 científicos y técnicos.

Su periplo de Ribeira al Polo Sur comenzó a principios del pasado mes de noviembre, aunque el viaje mental ya había sido iniciado meses atrás. "Trabajo para la empresa ACSM de Vigo. Envié el currículo a mediados de año y me llamaron preguntándome si quería ir a la Antártida de mecánico. Pensé que era una broma", explica por teléfono desde la base, en el Polo Sur.

Tras conocer que la propuesta iba en serio, Olveira decidió aceptar el reto, "más que nada por experiencia". "Salimos de Compostela vía Madrid -recuerda- y allí nos juntamos todos los miembros de la base y venimos para Santiago de Chile. Bajamos hasta Punta Arenas donde estuvimos cuatro días preparando el material, cargando todo en el barco e iniciamos la ruta que duró casi cuatro días. Tuvimos que parar en Puerto Williams por el mal tiempo. Nos refugiamos allí hasta que llegó el buen tiempo y proseguimos hasta llegar a la isla".

Ante la pregunta de si repetiría la experiencia, responde: "Si todo sigue como hasta ahora, sí. Esto es espectacular. Yo, que vivo en Ribeira, pocas veces he visto la nieve en mi vida. Y la fauna es increíble".

Entre todas las especies, los pingüinos son sus predilectos. Los miembros de la base tienen prohibido acercarse demasiado a ellos y al resto de animales. "La norma es que no se puede molestar a ninguno. En la medida de lo posible, no debe enterarse de que estamos aquí", explica.

Olveira permanecerá hasta el 16 de enero en la base antártica, donde -en esta segunda edición del Año Polar- se desarrollarán ocho proyectos de investigación que abarcan desde el estudio del movimiento de los glaciares, la medición de los campos geomagnéticos terrestres de la Antártida, la transmisión de datos vía HF (Alta Frecuencia) hacia España y la medición de datos meteorológicos.

Además, también se estudiarán los líquenes y la fotosíntesis que realizan los microorganismos de la zona para analizar la biodiversidad y el cambio climático, según los datos facilitados por el jefe de la base, Juan Manuel Viu, para quien al igual que para el mecánico gallego, la experiencia es "única" a pesar de las limitaciones de una base que sólo dispone de un cuarto de baño para 21 personas.

Respecto al deshielo por el incremento de las temperaturas en los últimos años, José Manuel Viu es rotundo: "Quizás no sea tan dramático como en Los Alpes pero la tendencia del retroceso del hielo es ésa y es clara".