El Islám establece que hoy, coincidiendo con el tercer día de la peregrinación a la Meca, todo buen musulmán con recursos debe sacrificar una cabeza de ganado y repartir su carne entre sus familiares y los fieles más necesitados.

Desde primera hora de la mañana los cairotas han hecho cola en los mataderos improvisados y en las carnicerías al aire libre para cumplir con este ritual, que marca el comienzo del "Aid al Kabir", la fiesta más importante del calendario islámico.

Los que han podido permitírselo compraron hace días un carnero y hoy lo han sacrificado, con sus propias manos o en una carnicería, mientras que los más pobres han recibido su porción de carne, tal como estipula la religión.

Esta mañana, Aalá, un egipcio de unos 50 años, esperaba en un barrio popular de El Cairo junto a dos de sus hermanos que sus tres carneros fueran degollados.

Los compraron hace tres días en un mercado de la capital egipcia, donde su precio ronda las 3.000 libras egipcias (420 euros).

"En cuanto el carnicero termine de despiezar mi animal iré a repartir la carne entre la gente que sé que no puede permitirse comprar su propio carnero", explicó Aalá, que destaca con orgullo esta tradición islámica de compartir con los que menos tienen.

De esta forma, todos los egipcios -incluido el 20 por ciento que vive bajo el umbral de pobreza- tienen la posibilidad de participar en la conmemoración del episodio según el cual Abraham mostró su sumisión a Dios aceptando sacrificar a su hijo Ismael.

Según el Corán, Ismael, fue el protagonista de esta alegoría a diferencia de la tradición judeo-cristiana que otorga este papel a Isaac, aunque en ambos casos el hijo de Abraham recibió el perdón de Dios y en su lugar fue sacrificado un cordero.

Ibtisam, madre de cuatro hijos, cuenta que más de la mitad de su carnero es para los familiares sin recursos económicos, mientras que el resto lo preparará con arroz y salsa picante, en un típico plato egipcio llamado "fattah".

En las calles de El Cairo islámico, el "fattah" ya empezaba a servirse a media mañana, preparado con la carne de los primeros carneros sacrificados al alba, después del primer y más importante rezo, tal y como establece el ritual islámico.

Aunque lo más común y preciado es la carne de cordero, las vacas también han sido muy bien recibidas, después de meses en los que la carne ha escaseado en las mesas de los egipcios debido a su elevado precio, que no ha dejado de aumentar.

Según la Cámara de Comercio de El Cairo, la ingesta de carne por habitante se sitúa en unos 10 kilos al año y ha disminuido en los últimos tiempos, debido a la inflación que superó el 23 por ciento a mediados del 2008.

Hoy, el kilo de cordero se vendía a entre 20 y 50 libras egipcias (entre 2,8 y 7 euros), dependiendo de su calidad, un precio imposible para muchos egipcios.

Aquellos que no pueden comprar ni siquiera un kilo de carne dependen de las carnicerías subvencionadas por el Gobierno, donde los precios son más accesibles, o de la generosidad de los pocos egipcios de clase media-alta.

En un portal de uno de los barrios cairotas más humildes, decenas de personas se agolpaban esta mañana esperando la ración que les correspondía de una vaca donada para poder así celebrar con carne estas fiestas que se prolongarán durante tres días.