Superado el temor de la amenaza de una huelga de los trabajadores del teatro, en Milán ya está todo preparado para la representación del "Don Carlo", que marcará la inauguración de la temporada operística, el acto cultural más importante de la ciudad norteña.

Serán pocos los privilegiados que puedan asistir en "La Scala" a la representación de la esperada ópera bajo la batuta del italiano Daniele Gatti y con la dirección escénica del francés Stéphane Braunschweig, pero teatros, cines y museos de decenas de ciudades de todo el mundo ofrecerán en directo la transmisión de la ópera.

Algunas cadenas de salas cinematográficas emitirán el "Don Carlo" en directo en los cines de decenas de ciudades estadounidenses, como Nueva York, los Ángeles, y también en países como el Reino Unido, Canadá, Australia y España.

Ya no quedan plazas para disfrutar de esta obra maestra de la lírica en el Teatro Miller de la Universidad de Columbia en Nueva York, y tampoco en el museo del Louvre de París, que también emitirá en directo la inauguración de la temporada del teatro milanés.

Los canales de televisión de Alemania, Francia, Austria, Suiza, Croacia y Japón propondrán el concierto en los próximos días.

Al evento está previsto que asistan el jefe del Ejecutivo italiano, Silvio Berlusconi, y cinco ministros, así como el recién elegido canciller de Austria, Werner Faymann; el presidente eslovaco, Ivan Gasparovic; y los alcaldes de Buenos Aires, Mauricio Macri, y Frankfurt, Petra Roth, entre otros.

Aunque la inauguración oficial será mañana, el pasado jueves cientos de jóvenes menores de 26 años disfrutaron, de manera excepcional, de un pre-estreno de la obra lírica.

Los jóvenes premiaron con 10 minutos de aplausos la representación y la actuación de los protagonistas -la soprano Fiorenza y el tenor Giuseppe Filianoti-, pero mañana tocará al público más exigente.

El "Don Carlo" puesto en escena por Braunschweig está inspirado en los grandes contrastes de su argumento: la lucha por la libertad, representada en el amor de Elizabeth y Carlo, y la opresión política y religiosa, representada por la monarquía y la Inquisición de la España del Siglo XVI.

La acción en cuatro actos se sitúa en España durante 1559, una vez declarada la paz con Francia, y comienza con el anuncio de la boda de Don Carlos, heredero del trono español, y su amada Elizabeth de Valois, hija de Enrique II de Francia, pero el padre de Carlos, el Rey Felipe XI, que había enviudado recientemente, decide casarse él mismo con Elizabeth.

El negro y el violeta son los colores con los que se hablará de la muerte, mientras que las luces serán tenues y claras cuando se toquen argumentos como la naturaleza y el amor de los protagonistas.

Además, los suntuosos y ricos trajes de los intérpretes, única referencia al Siglo XVI, contrastarán con una escenografía minimalista, que, como ha pretendido el director francés, quiere eliminar cualquier relación con un periodo histórico.