"Más que pensar en el otro como un rival, debiéramos pensar que todos llevamos dentro a un adversario. En realidad, ese rival somos nosotros mismos, cuando boicoteamos constantemente nuestros proyectos y pensamientos positivos. Y de la misma forma en que un entrenador consigue que su pupilo elimine y controle los obstáculos internos que le impiden alcanzar su nivel óptimo de rendimiento, podemos también nosotros manejar y controlar nuestros propios pensamientos para liberar nuestro potencial y mejorar el propio rendimiento".

He ahí una de las frases centrales de la charla-coloquio que, sobre "La inteligencia emocional y el coaching en tu vida", dio en el Club FARO Alfredo Diez, profesor precisamente de "coaching", liderazgo, inteligencia emocional y negociación en la Universidad Pompeu Fabra. Presentado por el periodista de FARO Julio Pérez, hubo otra idea nuclear expresada por Díez que nutrió la misma: el que quiera alcanzar un objetivo, sea cumplir un sueño postergado, sacar adelante a su familia o ser líder de una empresa, debe ser primero un buen gestor de su propia persona, para luego tener éxito en su empeño. "Porque resulta muy útil -según su opinión- disponer de un gran número de habilidades y herramientas que nos permitan triunfar en el mundo social y empresarial, pero estas técnicas de nada nos valdrán si no hemos alcanzado antes la armonía y la eficacia interior en todos los ámbitos humanos, desde la familia y los amigos, hasta los compañeros de trabajo y los clientes".

Alfredo Díez, que prefirió desde el principio establecer una relación interactiva con el público, definió el concepto de "coaching": "Es el arte de hacer que otros saquen lo mejor de sí mismos y que con ello alcancen sus objetivos. Siglos atrás, Sócrates ya practicaba el sistema de enseñanza que denominó mayéutica, basado en preguntas que el mismo estudiante debía ir contestando, hasta hallar sus propias respuestas. Sócrates, así, daba a luz, como su madre partera, al conocimiento interno que el individuo lleva consigo, con preguntas que todo el mundo debe hacerse: ¿Cuál es el sentido de mi vida?, ¿qué es lo que deseo lograr? ¿Qué es importante para mí? ¿Cuál es el valor de lo que estoy haciendo?, etc".

La inteligencia emocional. He ahí otra clave que reivindicó el conferenciante para mejor hacer frente a la vida cotidiana. Y la definió como "la habilidad para reconocer, entender y manejar las emociones en nosotros mismos y en la interacción con otros. Los últimos descubrimientos realizados por Daniel Goleman y el Consorcio para la Investigación sobre Inteligencia Emocional en Organizaciones nos indican claramente que la inteligencia emocional (IE) es el factor de éxito más importante en cualquier carrera, más que el coeficiente intelectual o la pericia técnica. De hecho, la inteligencia emocional es responsable de entre el 85 y el 90 por ciento del éxito de los líderes de las organizaciones".

Según Diez esta inteligencia está llegando a muchas empresas pero la mayoría aún hay muchas que no parecen asumir que las personas no son recursos humanos sino el alma de las mismas y que en la medida en que sepa gestionar las emociones de sus trabajadores alcanzará mayor rentabilidad a medio plazo. " Debe quedar muy claro que el estilo tradicional de dirección basado en la imposición de autoridad mediante orden, control y castigo ha pasado de moda al verificarse su ineficacia. Esto significa que se acabó el ´aquí mando yo´ como modelo de liderazgo. Las empresas necesitan directivos gerentes que sepan estimular y dar ejemplo a sus subordinados. Y esas habilidades solo se logran con un gran manejo de las competencias emocionales básicas".

Alguien del público habló de la posibilidad de dar traslado a este protagonismo de la inteligencia emocional a las aulas, tanto para alumnos como para profesores. "Sería capital introducir en las aulas esa valoración, poder asentar la verdadera dimensión de valores como liderazgo, empatía y conexión con el otro y que el conocimiento ya se encuentra en su interior y sólo hay que abrirle las puertas".