Editado por el Ayuntamiento de Sevilla, este volumen cuenta con un prólogo que es en sí una biografía del sevillano que desempeñó las tres más altas magistraturas del Estado al ser presidente de la Cortes, del Gobierno y de la República.

Según Álvarez Rey, Martínez Barrio se distinguió siempre por "su sentido de la contención" y "compartía muchas aspiraciones de la denominada gente de orden, pero al mismo tiempo era un demócrata liberal y llevó a cabo reformas para una sociedad laica y secularizada".

"Se tiende siempre a hablar de las dos Españas y hay una tercera que es la que peor lo pasa, aplastada por unos y por otros, una España que siempre se vio frustrada" a la que, según el historiador, perteneció este "verdadero demócrata" que fue elegido presidente de las Cortes "casi por unanimidad de las izquierdas y las derechas".

A él se debieron, según Álvarez Rey, "las elecciones más limpias de la Historia de España" hasta ese momento, las de 1933, cuando se dio el voto a la mujer y que fueron desfavorables para las izquierdas, pese a lo cual Martínez Barrio rechazó la petición de Azaña de que las suspendiera.

Además de masón y gran oriente de la masonería española, Martínez Barrio "se sentía de izquierdas porque era un reformista y pretendía modernizar la sociedad española" y sus orígenes juveniles están en el anarquismo porque, matiza el historiador, lo extraño es que estuviera en otro lado, siendo hijo de albañil y perteneciendo a una familia muy humilde.

Paradójicamente, señala el historiador, será la CNT y los anarquistas los primeros que pongan zancadillas a la nueva república, con la huelga general de julio de 1931 que, sólo en Sevilla, dejó veinte muertos.

"A quien se recurre el 18 de julio, en quien se piensa como en el único que puede parar aquello es Martínez Barrio, porque estaba bien considerado por todo el mundo, pero ya era demasiado tarde", según Álvarez Rey.

El historiador insiste en definirle, como "un moderado, como la derecha del Frente Popular o el centro de la II República, un hombre con fama de honesto" que a partir de 1935 "relanzó con Azaña la idea de reconstruir la alianza de las clases medias más progresistas con los trabajadores, el Frente Popular".

Ya fuera de España, como presidente de la República en el exilio, asiste como invitado a la Conferencia de San Francisco, germen de la ONU, convencido de que los aliados no consentirían el régimen de Franco, pero a partir de 1947, ya en Francia se impone la dialéctica de la Guerra Fría "comprende que las potencias democráticas no van a hacer nada efectivo y asume el papel de depositario de la legitimidad republicana, un papel ingrato".

Pese al voluminoso "Palabra de republicano" y a su nutrido prólogo, Álvarez Rey aseguró que aún le queda por escribir una biografía de Martínez Barrio, de quien dijo que se conserva mucha obra inédita, como las páginas memorialísticas tituladas "Mi acción en el destierro" y los 44 cuadernos de 200 páginas cada uno en los que, a manera de diario, fue escribiendo entre 1945 y 1962, año de su muerte.