Velas de cera de abeja lucen en el Verbum mientras un monje da la bienvenida al visitante. El Museo de las Palabras de Vigo se ha convertido, hasta el mes de junio, en el scriptorium de una catedral gótica en el que los monjes se afanan cada día en la laboriosa labor de copiar, iluminar y encuadernar los libros y códices. La exposición "Scriptorium verbumiense. A palabra convertida en arte", inaugurada ayer, presenta de una manera muy atractiva, pensada especialmente para el público infantil, todo el proceso artesanal de los copistas de la Edad Media.

La muestra recrea cada una de las partes de la elaboración, comenzando con los pergaminos y pasando por los instrumentos que utilizaban los monjes para escribir, la fabricación de los colores, el trabajo de los miniaturistas y los doradores y, por último, la encuadernación de las obras. Como ejemplo de códice terminado, se puede disfrutar de un facsímil de un códice de un beato del monasterio de las Huelgas.

"La historia se explica de forma que resulte atractiva para los niños; por ejemplo, les hablamos de la complicadísima labor de los doradores, que sólo realizaban los monjes más experimentados ya que para la colocación del oro y la plata había que tener tanto control que no se podía ni respirar", relata Rocío Marín, comisaria de la muestra.

Además, los niños conocerán el oficio desde dentro; se vestirán con los hábitos del monje para asumir su papel y aprenderán a usar la caña, templar los colores e intentar escribir como lo hacían en esa época, que es "complicadísimo", advierte Marín. También se han preparado una serie de juegos para acercarse a los distintos elementos como el juego de las capitulares o la búsqueda de la gárgola perdida. "Es interesante que se conozca bien el trabajo de estas personas, gracias a las que se ha podido conservar y transmitir esa parte de la cultura anterior a la imprenta", explica.

Marín es una apasionada de este arte y colecciona piezas relacionadas con él, algunas de las cuales se exponen ahora como un punzón realizado por un ferreiro "reproducción exacta de uno medieval"; hojas de pergamino y un bastidor.

La inauguración, ayer, tuvo también sabor medieval ya que se degustaron dulces monásticos realizados en los distintos monasterios de Galicia, queso artesanal, vino dulce y castañas. Además, el restaurante del museo ofrecerá menús medievales, con recetas originales, durante el tiempo de la exposición.