Impedir una muerte en la horca, una invasión o matar de hambre a un pueblo. Las variaciones climáticas no determinan el acontecer histórico, pero tienen un importantísimo papel en él. Si no, que se lo pregunten a Fernando de Xinzo, que se libró de la horca en 1472 porque un chaparrón rompió la cuerda que lo ahogaba y no por la milagrosa intervención de la Virgen María, como se hizo creer a los fieles. O al Rey Alfonso Henriques de Portugal, que fracasó en su intento de invadir A Limia en 1161 porque una fuerte tormenta le obligó a salir corriendo.

La vida del rey Carlos II también estuvo a punto de dar un vuelco a causa de un tremendo temporal. En 1690, el barco en el que viajaba su prometida, Mariana de Neoburgo, no lograba llegar a Mugardos a causa de unas lluvias y vientos fortísimos. Asustada, la joven prometió, si conseguía llegar con vida junto a su amado, visitar al Apóstol Santiago. Cumplió la promesa, pero en el templo, el botafumeiro salió disparado y cayó a sus pies a punto de causar una desgracia.

Un grupo de científicos desvela en el libro "Historia da meteoroloxia e da climatoloxia de Galicia" la fuerte relación que, a lo largo del tiempo, ha existido entre los fenómenos meteorológicos y la historia del país. La obra, editada por el Consello da Cultura Galega y la Consellería de Medio Ambiente, está coordinada por Francisco Díaz-Fierros y realiza un extenso recorrido por la historia del clima en la comunidad.

Las fuentes para realizar este estudio pasan desde recopilatorios de noticias, a descripciones literarias como las de Otero Pedrayo, libros de los cabildos catedralicios, crónicas, memorias, relatos de viajeros y vidas de santos. Sin embargo, según una de las autoras del libro, Mª Luisa Losada, "en el análisis de este tipo de información hay que tener en cuenta que las noticias meteorológicas normalmente sólo eran noticias cuando eran malas, lo que nos lleva a considerar como años meteorológicamente buenos aquellos en los que escaseen las noticias".

Los documentos eclesiásticos son una de las fuentes utilizadas en el libro para conocer cómo era el tiempo en Galicia cuando no existían aparatos de medición ni registros. El clero utilizaba en ocasiones los fenómenos atmosféricos a su favor. Así, entre los años 976 y 978, Galicia sufrió una sequía que afectó a toda la región cantábrica. La Iglesia aseguró que era un castigo al rey Bermudo por meter en la cárcel al obispo de Oviedo.

En el año 1102 las lluvias en la vertiente atlántica fueron especialmente intensas en invierno; riadas, inundaciones y el desbordamiento del río Miño pusieron en peligro el traslado de las reliquias de San Fructuoso a Tui, que tenían que cruzar el río en barca. La Iglesia aseguró a los fieles que "la sola presencia del cuerpo del santo hizo que se calmara la tormenta y naciera una suave brisa que impulsó la barca a Tui".

El libro demuestra que Galicia, especialmente el sur, siempre ha sufrido los excesos climáticos. Entre 650 y el año 1000, el tiempo fue relativamente seco y cálido. El siglo XII comenzó con heladas, nevadas y malas cosechas. En 1533 hubo una tempestad de granizo, viento y agua en las costas, lo que provocó el hundimiento de nueve barcos en Muros y Noia, mientras que el 23 de noviembre hubo una tempestad eléctrica en Santiago que causó varias muertes.

Inviernos duros y prolongados sufrieron los gallegos en el siglo XVII. Dicen que Galicia se quedó sin verano en 1603. Esta acumulación de inclemencias climáticas provocó graves crisis de subsistencias de 1693 a 1694

Se podría pensar que la catedral de Santiago permanece erguida porque el cielo lo quiso. Ha sufrido la furia de los rayos en varias ocasiones. El 15 de mayo de 1554 uno cayó en el templo y mató a tres personas y en 1853 un temporal volvió a cebarse con el bello edificio.