Según Hernández, "entendemos mejor la senda poética que nos lleva hasta Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Lorca o incluso Gabriel García Márquez, si abrimos este cofre de poetas cubanos del XIX."

Los poetas cubanos de ese periodo "marcan mejor la ruta que nos comunica con el Siglo de Oro, mejor que muchos escritores de lengua castellana y españoles del XIX", según el editor y antólogo, quien añadió que para entender este territorio "prescindimos de fronteras y países, porque este es un territorio nuevo que es más real, cuya ley es la lengua castellana. A comienzos del Siglo XXI estamos en esta planicie vasta llena de acentos que parten de una raíz común, y para entender este fenómeno es imprescindible leer a estos autores".

Según Hernández, en estos poetas "está todo" y Cuba es "la puerta de entrada a América, el crisol primero, lo español, lo indígena y la negritud".

"Ahí está el germen de la literatura mestiza, travestida, indirecta, calmada, apasionante, ahí están los macondos y los borges, ahí está el cine de Darío, ahí también los volcanes y la meseta, ahí nace el mundo literario que hoy por hoy se escribe en Argentina, Colombia, Bolivia, España o Nueva York", añadió.

Hernández aseguró que se trata de "una poesía que cecea y sesea y que habla la ronca lengua de unos cántabros civilizados enredados en el único proyecto posible que da paz a los pueblos nuestros, la lengua castellana y su hibridación con miles de tierras y lenguas".

Los poetas de "La Voz de la manigua" "corren veloces desde el romanticismo hasta el realismo y el parnasianismo y atraviesan en un siglo todos los istmos europeos de golpe", según Hernández, quien dijo que le gusta ofrecer este libro como "un cofre del tesoro que rescatamos de una isla caribeña."

El primero de los seleccionados es el más conocido, José Martí, de quien Hernández sostiene que es "el segundo descubridor de Cuba; antes lo fue Colón y más tarde Fernando Ortiz", erudito y antropólogo.

Otro mérito que el antólogo achaca a Martí es el de que "digiere Europa y Nueva York y sitúa a Cuba en el mundo", de modo que, en torno suyo, "se afianzan poetas de la tierra, poetas de los derechos civiles, libertarios y antiesclavistas, colaboracionistas y patriotas cubanos y sobre todo poetisas calladas".

La segunda antologada es Gertrudis Gómez de Avellaneda, mientras que de Juana Borrero, Hernández destacó "esa precocidad de verso en vena que pocos poetas tienen en su juventud".

Con Luisa Pérez de Zambrana, Aurelia Castillo, Catalina Rodríguez de Morales, María Luisa Milanés, Nieve Xenes y Mercedes Matamoros son un total de ocho las poetas seleccionadas en "La voz de la manigua".

"Mujeres que nos hablan ahora mucho mejor que en el XIX, de lo que siempre habla un poeta, de los dos grandes temas, del amor, y de la muerte", según Javier Hernández.

Y con ellas Juan Clemente Zenea, o Jose María de Heredia, o Julián del Casal, conocido como "el Byron cubano", el poeta que "abre la senda de Eliseo Diego o de Lezama Lima y marca la pauta y define su lugar como nadie, ese Caribe mítico, abismo de sueños y trampolín de utopías".

Valga una muestra de a lo que se refiere Hernández: "Polvo y moscas. Atmósfera plomiza/ donde retumba el tabletear del trueno / y, como cisnes entre inmundo cieno, /nubes blancas en cielo de ceniza."