Cuando llega el verano, luce el sol y el termómetro sube, la ciudad pierde parte de su vida. La de aquellos que buscan refugio del calor y encuentran en la playa el escenario perfecto para su ocio.

El Vao es el destino de muchos vigueses que tienen la suerte de poder pasar el día a pie del mar. Sobre la arena se dan cita cientos de grupos de jóvenes que hacen suyo durante las vacaciones el extremo izquierdo de la playa. Están los que van a tirarse toda la tarde al sol, buscando ponerse morenos.

Continuos vuelta y vuelta sobre la toalla, entre charlas y baños. Pero la mayoría se despereza, se levanta de la toalla y se anima a jugar a las cartas, a las palas, al voleibol, un partidillo de fútbol en la orilla, entretenerse con pelotas hinchables, diversión en el agua... Se puede ver casi de todo.

En la otra punta del arenal, el paisaje cambia. La media de edad sube y son más habituales las familias, parejas y jubilados que también eligen el Vao como lugar para sacar partido al buen tiempo.

Hay más espacio para el descanso, la lectura y las partidas de tute, mus, parchís... Eso sí, para muchos, mejor a la sombra de un árbol. También hay quien disfruta de la costa todo el año, aficionados a los deportes náuticos con una pasión por la vela y el mar que no se toma vacaciones, aunque la playa se llene por estas fechas. En la arena se disfruta del sol, de la brisa del mar y del agua.

Pero además de toda una oferta de ocio que tiene como límite la imaginación. El objetivo: sacarle partido al verano.