Las reuniones se celebran a las afueras de la capital keniana, en una planicie llamada Kamukunji Grounds, la "Tierra de Justicia" en la lengua maa, que hablan estos altivos guerreros de Kenia y Tanzania.

La pequeña pradera está en la barriada de Manjengo, una zona depauperada a la que muchos de los masai van a parar cuando llegan a Nairobi y, en esta ocasión, hay dos grupos convocados, los Lorupan y los Losunyai.

Cada grupo lo forman algo más de cuarenta hombres, con ausencia total de mujeres, sentados en la hierba desde donde escuchan a sus líderes, que comparten un banco y van leyendo el orden del día.

"Hoy tenemos que tratar varios temas. El primero es el fallecimiento de un miembro de nuestra comunidad, el señor Nketori.

Tenemos que reunir 60.000 chelines (564 euros, 885 dólares) para enterrarle en Arusha" (norte de Tanzania), explica a Efe, Meja Lekimbai, uno de los dirigentes del grupo Lorupan.

Lekimbai es tanzano y, a simple vista, ningún turista le asociaría con los masai, ya que no viste la "shuka", típica manta de cuadros rojos y negros, ni lleva collares, y la sobriedad de su traje y corbata sólo la alteran las vistosas pulseras de sus muñecas.

"Permitimos que cada uno vista como le parezca cuando llega a la ciudad a buscar trabajo", dice Lekimbai.

La vestimenta es una de las cosas que van cambiando, pero para algunos grupos no usar la "shuka" es una ofensa, explica Joseph Gichuki, un keniano que hace de intérprete y que asevera, convencido, que "además, disminuye la virilidad, ya que los pantalones causan impotencia".

Otro asunto que preocupa al tribunal es el de Endorko, un joven "moran", guerrero, en idioma maa, que llegó a Nairobi en busca de empleo y "está perdiendo el tiempo", según Lekimbai.

El tribunal, elegido democráticamente por los miembros de la comunidad, "decidirá qué castigo se le impone", dice Lekimbai, quien aclara que en este caso puede ser una multa de 4.000 chelines (38 euros, 60 dólares) o sesenta latigazos en la espalda con una fusta rama de ostieti, árbol característico de la tierra de los masai.

Finalmente, Endorko es perdonado, gracias a que algunos ancianos salen en su defensa.

Estos tribunales tienen sus propios códigos y normas, entre las que están el respeto a los mayores y las tradiciones ancestrales, pero también castigan delitos recogidos en la legislación general.

"Si la Justicia no actúa, los culpables deben volver a sus hogares, donde serán orientados por los líderes", dice Lekimbai.

La reunión del grupo Losunyai es bastante tensa y su líder, Eduard Layan, se pasea de un lado a otro y alza la voz: "He notado que algunos tienen comportamientos homosexuales y, en ese caso, se les darán setenta latigazos", sentencia.

La homosexualidad es un tabú para los masai y, en toda Kenia, es un delito penado por ley.

"Para esta etnia es, además, una provocación. Para ellos, una persona atraída por otra del mismo sexo es como un camello, animal al que desprecian por su lentitud y su silueta", explica a Efe Gichuki.

Junto a Layan, tres jóvenes esperan su castigo apoyados en un árbol por no haber atendido reuniones mensuales previas: "Los masai debemos preservar el espíritu de estas reuniones", defiende Layan, mientras que los "moran" procesados, ajenos al veredicto, se distraen jugando con sus teléfonos móviles.

Encontrar un equilibrio entre la cultura tradicional y la moderna no es tarea fácil y "los masai son criticados por otras comunidades porque consideran que llevan una vida atrasada y que perjudican la imagen de los africanos, mientras que ellos, por su parte, piden respeto al Gobierno y las autoridades", observa Gichuki.

El Ministro de Cultura del recientemente constituido gobierno de coalición de Kenia, Ole Nti Mama, es masai, aunque, según Gichuki, "sólo se preocupa por su comunidad cuando llegan las elecciones y quiere conseguir votos".

El Masai Mara, la tierra de los masai en Kenia, se ha convertido en el destino turístico por excelencia del país, lo que lleva a preguntarse si su cultura estará en vías de extinción: "No creo que haya peligro de perder nuestros orígenes", dice Lekimbai, aunque apunta que hay algunos cambios "que estamos considerando".