La juventud de los asistentes a esta decimocuarta edición del FIB Heineken, muchos de ellos novatos en el festival según los organizadores, ha sido la característica general, junto con el origen anglosajón de muchos de los "fibers" que estos días inundan tanto el pueblo como las playas de la localidad castellonense que los acoge.

Las principales incidencias de estos días se han centrado en quemaduras por el sol, rozaduras y cortes en los pies, intoxicaciones etílicas o lipotimias, problemas habituales en este festival, en el que el aspecto cultural y musical se une a la oferta turística de sol y playa de la Costa del Azahar.

Menor suerte ha corrido el FIBart, una de las principales actividades extramusicales del festival, convertida en plataforma de artistas emergentes del panorama nacional e internacional, debido a las agresiones sufridas por algunas de las obras ubicadas en la playa del Torreón de Benicàssim.

En concreto, el proyecto de Kenneth Russo, "Alfombra Roja", que pretendía situar un piano de cola a 200 metros de la costa mar adentro, prácticamente no vio la luz ya que a los pocos minutos de ser instalado algunos bañistas lo hicieron naufragar al tratar de subirse encima.

Esta obra quería sintetizar, a través de una imagen, el tiempo de espera o la expectación que se desprende de las miles de personas reunidas para este acontecimiento sociomusical.

El vandalismo también ha acabado con la instalación "Chambao", de Antonio R. Montesinos, en la que más de un centenar de sombrillas se unían para ofrecer a "fibers" y veraneantes un espacio de sombra en medio de la playa, de la que estos últimos habían podido disfrutar desde una semana antes del inicio del FIB.

Según fuentes de la organización, las sombrillas han ido desapareciendo de la playa con lo que la instalación ha tenido que ser desmantelada.

A pesar de estos incidentes, que los organizadores califican de atípicos en un festival que se ha caracterizado durante sus catorce años de existencia por el civismo de sus asistentes y la ausencia de problemas, el FIBart presenta otros proyectos que han contado con la complicidad del público.

Es el caso del "Proyecto Dj", en el que entre las seis y las ocho de la tarde, los bañistas disponen de quince minutos para "pinchar" sus canciones favoritas, experiencia que ya han probado más de medio centenar de personas, o del cubo de luz de Sonia Ferragut y Lisa Gràcia, que ejerce como un faro e invita a jugar a los veraneantes.

Los "fibers" también se han metido en las "Cabinas de Ssshilencio" de Cecilia Martín, instaladas en el recinto de conciertos, con las que esta artista barcelonesa pretende ofrecer un microespacio de aislamiento en un lugar donde el silencio es prácticamente impensable.

Además de sorprender, interactuar y divertir, el FIBart trata de concienciar, y así lo ha entendido Samuel Rodríguez con "En la otra orilla", donde expone una fotografía de un campo de refugiados de Palestina, situado en línea recta desde la playa de Benicàssim, impresa en una tela translúcida que hace a la imagen más o menos visible dependiendo de la intensidad solar.

Los organizadores ha destacado el gran valor del FIBart, puesto en marcha en 2001 y al que este año se han presentado 103 obras, como plataforma de proyección de artistas emergentes que encuentran en el festival una oportunidad para diseñar y ejecutar un proyecto con una audiencia potencial de miles de personas.