El papa Benedicto XVI cambió ayer por un rato el "papamóvil" por un barco con el que se paseó por la bahía de Sídney, desde el que saludó a los peregrinos que desde ambas orillas y otras embarcaciones salieron a recibirle.

Con ese paseo, Benedicto XVI hizo su entrada en Sídney y llegó al muelle de Barangaroo, donde "decenas de miles" de jóvenes, en cifras del cardenal de Australia, George Pell, le esperaban para escuchar su discurso.

El barco del Papa, en el que viajaban 500 jóvenes y decenas de religiosos, entre ellos varios cardenales, fue escoltado durante los 45 minutos que duró el paseo por seis helicópteros, decenas de policías en motos acuáticas y lanchas rápidas, y cientos de católicos que viajaban en un centenar de embarcaciones a su alrededor.

Joseph Ratzinger comenzó la travesía en la proa del barco pero, según avanzó el paseo, se refugió en el interior para protegerse del clima fresco del invierno australiano.

Al llegar a Barangaroo, los jóvenes recibieron a su líder espiritual con una gran puesta en escena, que incluyó cánticos y danzas tradicionales de los aborígenes de Australia.

Una vez en el muelle, el Papa volvió a su tradicional "papamóvil" con el que recorrió una parte del embarcadero y se desplazó hasta un gigantesco escenario montado para la ocasión, donde le esperaba una multitud entregada de jóvenes.