Las colas fueron kilométricas para poder entrar en la capilla, con lo que mucha gente se tuvo que quedar fuera y no pudo escuchar la misa en el interior de la iglesia. Fueron miles los fieles que se reunieron ayer desde primera hora de la mañana en el monasterio del Divino Salvador de Lérez para festejar un año más la celebración de San Benitiño.

La buena climatología acompañó a que la multitud prefiriese acudir por la mañana en vez de hacerlo por la tarde y así aprovechar el día de playa. En los salones del Lérez se organizaron distintas actividades para los presentes. Como una degustación gratuita de empanada y mejillones, que estuvo seguida por la música de las gaitas y la actuación de la banda de música de Pontevedra.

Lo más visitado fue el lugar acondicionado dentro del monasterio para las ofrendas y limosna, donde también se ofrecía el "aceite del santo". Fueron muchos los que se llevaron una muestra de aceite como manda la tradición. Las opciones eran llevar un frasco para recoger en él unas gotas del ungüento o bien comprar unas botellitas que contenían el aceite por el módico precio de treinta céntimos.

"Yo me lo echo para quitarme una verruga", decía uno de los fieles que fue ayer a San Benito. Otros veían más efectos balsámico en este aceite, como relataba una persona que "se lo aplica para aliviar todos los dolores que tengo".

En cuanto a las ofrendas realizadas, había botellas de aceite, huevos y animales. Dos gallos y dos crías de pollo esperaban a que un postor apareciese para que se hiciese cargo de ellos. La romería continúo durante toda la tarde y concluyó por la noche con una verbena en la explanada del monasterio.

La receta del aceite

María Dopazo fue la encargada de suministrar la "poción mágica" de aceite a cada uno de los fieles. Llegó al monasterio a las siete de la mañana y no se fue hasta las nueve noche. "La receta del aceite no tiene ningún misterio. El secreto está en la lámpara de cobre donde se quema el líquido y en la bendición que hace el cura", señala María Dopazo.

Para ella sí existen los milagros porque "hay gente que en el mismo día cuando llega a Pontevedra ya le hizo efecto, pero lo normal es aplicarlo durante al menos nueve días", afirma.