La fusión del Ártico es un hecho que preocupa especialmente a la comunidad científica por las graves consecuencias que podría tener para el planeta en un futuro cada vez más cercano. Sin embargo, los cinco países que rodean al Ártico, es decir, Dinamarca, Noruega, Rusia, Estados Unidos y Canadá ven el deshielo como un factor rentable para sus bolsillos.

Las diferentes reivindicaciones sobre el suelo ártico se basan en los beneficios económicos que supondrían la apertura de nuevas rutas comerciales y la apropiación de posibles reservas de gas y petróleo que no están sujetos a ninguna legislación que prohíba las actividades lucrativas. El pasado 28 de mayo, los cinco países firmaron un acuerdo sobre el uso de la región polar con la pretensión de bajar la tensión existente y así reforzar la cooperación sobre una de las pocas zonas de la Tierra que aún no está sometida a la soberanía de un Estado.