El problema es de tal magnitud que hasta Naciones Unidas ha puesto el grito en el cielo a través de Miloon Kothari, relator especial para asuntos de vivienda de la organización, quien tras un reciente viaje a España calificaba la situación de "muy grave".

Kothari, que estuvo en San Sebastián, Barcelona, Bilbao, Sevilla y Zaragoza, entre otras ciudades, alertaba en un informe sobre la "vulnerabilidad" de las víctimas -ancianos, discapacitados, mujeres, jóvenes...- ante la falta de escrúpulos de los especuladores inmobiliarios, los "asustaviejas" como son conocidos popularmente, y se sorprendía por la "tímida" actuación de los jueces en estos casos.

La semana pasada uno de Barcelona condenaba a una inmobiliaria a rehabilitar "a fondo" un edificio en el que viven, en condiciones muy precarias, con ratas correteando a sus anchas por el inmueble, ocho vecinos, en su mayoría ancianos, que habían denunciado a su "casero" por usar "métodos de extorsión" y "presión psicológica" en un intento por hacerles abandonar sus pisos de renta antigua.

Este de Barcelona es uno de los miles de casos de "mobbing" inmobiliario registrados en España en los últimos años, con un escenario casi siempre común: los cascos antiguos de las ciudades.

SUCULENTA PRESA PARA ESPECULADORES

Allí proliferan edificios mal conservados, infraviviendas muchas veces, que son presa suculenta para los especuladores, además de, una vez rehabilitados, objetos de deseo para una élite económicamente pudiente que ahora quiere vivir en el centro.

"El problema es más grave de lo que a primera vista pudiera parecer", asegura Marina Parés, presidenta de la ONG Servicio Europeo de Información sobre Mobbing, para quien la solución está en los ayuntamientos, "porque tienen la competencia y la obligación de evitar la degradación de barrios y edificios", dijo a EFE.

Más de 200 casos en Barcelona en 2007; 137 "posibles" en Madrid desde 2003, según Juan José de Gracia, responsable de la Empresa Municipal de la Vivienda; 160 edificios sevillanos con "patologías graves de deterioro de la edificación" y unos propietarios que no garantizan las debidas condiciones de habitabilidad, salubridad y ornato.

Son cifras que ponen al descubierto una realidad que el Ministerio de la Vivienda y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se han propuesto combatir con un teléfono gratuito que desde comienzos de año está a disposición de quienes se sienten víctimas de acoso inmobiliario.

A esta iniciativa se han acogido, de momento, diez municipios -A Coruña, Fuenlabrada y Getafe en Madrid, Gijón, L Hospitalet de Llobregat en Barcelona, Denia y Elche en Alicante, Vitoria, Córdoba y Las Palmas de Gran Canaria- y hay otros interesados en sumarse.

Esos ayuntamientos tomarán en cuenta las denuncias telefónicas -hasta el momento unas quinientas, y procedentes de toda España, según Vivienda- y recabarán la intervención de los servicios sociales municipales cuando el caso de acoso lo requiera, además de dirigir a los ciudadanos hacia servicios de orientación y asistencia jurídica gratuita.

De momento, en el Código Penal no está tipificado como delito el "mobbing" inmobiliario, si bien estas conductas de violencia psicológica y presión pueden calificarse como constitutivas de un delito o falta de coacciones recogidas en los artículos 172 y 620.2, castigadas con multas y hasta prisión.

REFORMAR CODIGO PENAL

Desde diferentes ámbitos se ha reclamado ir más allá, reformando el Código para incluir éste y otros tipos de "mobbing". "La Justicia no es lo suficientemente sensible en estos casos", apunta María Isabel Torralba, presidenta de la Cámara Oficial de Vecinos e Inquilinos de Madrid, quien habla de la necesidad de una legislación "tajante" y de reformar la Ley de Enjuiciamiento Civil para que haya juicios rápidos.

En el Ayuntamiento de Barcelona son partidarios de la mediación, de "explorar la autoridad moral" del consistorio, y de la coordinación, porque, destaca Itziar González, concejala responsable del distrito de Ciutat Vella, cuando no existe "la impunidad es más fácil".

González, arquitecta y vecina de su distrito, ha sido la principal impulsora del acuerdo suscrito por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal y la Fiscalía de Cataluña para crear la primera fiscalía de España especializada en "mobbing" inmobiliario.

"Que sirva como aviso a los especuladores para que tomen nota y vean que el Ayuntamiento se toma muy en serio el problema", destaca Antonio Sorolla, delegado de Vivienda en el consistorio barcelonés.

La concejala de Ciutat Vella abunda en la misma idea. "Hemos levantado el brazo en un gesto de autoridad para decirles a los acosadores que su actitud no quedará impune", comenta.

Los planes a corto y medio plazo de la Fiscalía General del Estado, informó a EFE un portavoz, no contemplan extender la iniciativa a otros lugares de España, si bien hay ya voces en la oposición municipal madrileña que la reclaman para la capital.

A CARA DE PERRO

En Sevilla, la lucha a cara de perro de su Ayuntamiento contra los acosadores es más efectiva desde que en 2004 se creara la Oficina de asesoramiento a inquilinos en situación de abuso (OTAINSA), que desde entonces ha mantenido reuniones con inquilinos de más de 350 edificios del casco histórico.

"Las condiciones de inhabitabilidad de los edificios provocan en sus moradores un estado grave de desesperanza y desasosiego" que obliga a intervenir con carácter de urgencia a la autoridad urbanística, dijo a EFE Antonio Rodrigo Torrijos, delegado de OTAINSA, oficina dentro de la Delegación de Infraestructuras para la Sostenibilidad.

El primer objetivo de OTAINSA, informa su delegado, es exigir a los propietarios el cumplimiento "escrupuloso" del deber de conservación de los edificios. Si no es así puede llegarse a la expropiación o a la sustitución del propietario incumplidor.

Actualmente hay abiertos 25 expedientes en uno u otro sentidos.

"Pretendemos contribuir -insiste- a la implantación de una cultura en la que sean plenamente compatibles los derechos de propiedad y los de arrendamiento".

El Ayuntamiento de Madrid apostó hace tiempo por el "control preventivo", con la puesta en marcha de la ITE, la inspección técnica de los edificios antiguos. Pese a ello, continúa el goteo de denuncias de acoso. "Se ha rehabilitado mucho, pero siguen dándose casos", afirma Manuel Osuna, presidente de la Asociación de Vecinos "La Corrala", en el centro de la capital.