Hasta a cinco novias visitaba en un día el líder revolucionario mexicano Pacho Villa (1878-1923), afirma su chófer y hombre de confianza, Juan Carlos Caballero, que al cumplir hoy 108 años revela ésta y otras anécdotas. Caballero fue chófer del llamado "Centauro del Norte", hombre arrojado que gustaba de las cámaras de cine, al punto de que, según sus biógrafos, retrasaba o adelantaba sus combates para que hubiera buena luz natural para la filmaciones.

Entre los recuerdos que rememora con lucidez, Caballero cuenta cómo llevaba al héroe de la revolución a visitar hasta cinco mujeres en un día, lo que confirma su fama de mujeriego. "Yo lo llevaba como cinco veces con las muchachas, tenía mucho aguante pa' las mujeres, era un caramba, ¡qué bárbaro! tenía mucho aguante", dijo Caballero, quien hoy festeja su cumpleaños en un asilo de ancianos en la ciudad mexicana de Monterrey.

Los mexicanos tienen un dicho que alude a la fama de mujeriego del revolucionario, cuyo nombre verdadero era Doroteo Arango: "Estoy como Pancho Villa, con mis dos viejas (mujeres) a la orilla".

Su mujer, Luz Corral, también conocía esa fama e intentaba saber, a través de Caballero, a dónde iba su marido. Corral "me coqueteaba con tal de que yo le dijera a dónde llevaba a mi general", aseguró su antiguo chófer.

Caballero se enroló en las filas que comandaba Villa, la División del Norte, a los 14 años y gracias a que su padre tenía un automóvil Ford en el que aprendió a conducir, el líder rebelde lo hizo su chófer durante dos años y medio. Mencionó que Villa era muy desconfiado y temía que lo mataran dormido, por lo que se acostaba en un sitio y durante la noche se cambiaba "como diez o doce veces de lugar".

"Cuando mataron a mi general (Villa, abordo de un automóvil), yo había dejado de ser su chófer como dos o tres días antes", dijo Caballero.

Explicó que días antes del asesinato soñó que su madre había fallecido, por lo que tomó la decisión de decirle a Villa que abandonaba las filas para visitar a sus familiares.

Antes de partir, recibió de manos del jefe de la División del Norte "un puñado de monedas de oro", que regaló a su madre. Francisco Villa había sido bandolero en el estado norteño de Chihuahua, pero cuando el general Victoriano Huerta asesinó al presidente Francisco Madero, en 1913, se levantó en armas para derrocarlo, situación que provocó que la Revolución se prolongará de 1910 a 1917.

"Me fui a la Revolución porque no me gustaban ni me gustan las injusticias, hasta la fecha, por eso peleé yo", afirmó Caballero, quien tiene cuatro hijos que viven en los Estados Unidos.

"No niego que haya sido algo duro en la Revolución, pero todo porque los ricos no le pagaban al pobre", agregó. Juan Carlos Caballero lamentó que a pesar de la lucha armada que sufrió el país, aún se ven muchas injusticias "por todos lados".

Después de la muerte de Pancho Villa, Caballero se fue a la ciudad de Pensilvania, en Estados Unidos, donde vivió 18 años; se casó, pero después regresó a México.

"Me siguen dando mi pensión de veterano de la Revolución, 1.600 pesos mensuales (unos 150 dólares/96 euros), y me dan del gobierno del estado (de Nuevo León) un apoyo de 500 pesos (casi 50 dólares/32 euros), tuve cuatro hijos, tres hombres y una mujer, pero me dejaron solito", señaló Caballero.

Mencionó que tiene un buen estado de salud -camina todos los días ocho kilómetros-, aunque tiene una catarata en el ojo derecho.

"Estos días me he sentido un poco tristón, porque me iban a llevar para que me atendieran, ya estaba la orden, pero no me han llevado, no sé si me iban a dar pupilentes (lentes de contacto), pero no me los han dado", afirmó.

"Tengo nada más una catarata, pienso, ojalá y que así sea, que si me ponen un pupilente, sí alcanzo a ver", concluyó el ex chófer de Villa.