Esnifar cocaína provoca no sólo adicción y un deterioro de la capacidad mental y del estado físico general. Este hábito también destruye el tabique nasal, lo que obliga a la práctica de rinopalstias para reconstituirlo. Se trata de una intervención de creciente demanda en nuestro país, según advierten los cirujanos plásticos reunidos estos días en un congreso en Zaragoza. Por otro lado, estos especialistas han notado una mayor demanda por parte de inmigrantes de otras latitudes, que quieren cambiar la forma de su nariz para hacerla "más occidental".

Como consecuencia del progresivo aumento del consumo de cocaína en España, los cirujanos plásticos están percibiendo un incremento en el número de consultas para paliar los efectos secundarios de carácter físico provocados por esta adicción. Según los últimos datos aportados por la ONU, la tasa de consumo de cocaína en España ha superado, por primera vez en la historia, la de EE. UU., y cuadruplica la media europea. Estos datos reflejan un importante problema de salud pública en donde uno de cada cinco consumidores europeos son españoles.

"Desde la especialidad de cirugía plástica, reparadora y estética, hemos notado las repercusiones de este aumento en el consumo y estamos colaborando en el abandono de esta adicción por parte de los afectados a través de la reconstrucción de tabique nasal", comenta el Dr. José María Palacín, Cirujano plástico del Centro Médico Teknon de Barcelona, que asiste en el XLIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).

La cocaína tiene un efecto vasoconstrictor, es decir, disminuye el flujo sanguíneo en aquellas zonas que mantienen contacto con esta sustancia e impide que llegue tanta sangre como es necesario. "A veces, esta propiedad es beneficiosa y la utilizan los médicos para evitar el flujo sanguíneo en determinadas zonas y circunstancias", explica el Dr. Palacín. "Aún así -continúa el experto- cuando el consumo de cocaína es excesivo y habitual en la misma zona, la falta de riego se hace casi permanente y se resienten o mueren todos los tejidos en contacto con esta sustancia". Es en este momento cuando se produce el deterioro del tabique nasal.

Cuando un toxicómano esnifa cocaína, el tabique nasal, formado por cartílago y mucosa, se debilita y los tejidos que lo componen se necrosan produciendo una perforación del mismo. "En una exploración, los cirujanos plásticos nos encontramos con un orificio de lado a lado del tabique", detalla el Dr. Palacín.

Los pacientes que presentan esta complicación son tanto hombres como mujeres en el mismo porcentaje, pero el nexo común se encuentra en que tienen la nariz deformada, torcida y sin tabique. "Existen diferentes grados de deformación, desde aquellos pacientes que requieren pequeñas intervenciones para retocar defectos menores, hasta otros que necesitan recurrir a la microcirugía para corregir defectos importantes", destaca el Dr. Palacín.

La reconstrucción del tabique nasal se realiza reemplazando el cartílago y las mucosas dañadas por los mismos tejidos extraídos de otras zonas del cuerpo como son el pabellón auricular, la costilla o el antebrazo. "Es un falso mito el que se coloque un tabique de platino, es mentira, no es factible", aclara el Dr. Palacín. Una cuestión muy importante es que los cirujanos plásticos deben asegurarse, a través de la realización de un estudio psicológico previo, de que el paciente ya no es consumidor de cocaína "ya que, prácticamente en dos días de consumo se destruiría todo lo conseguido", advirtió este especialista.

Inmigrantes con nariz occidental

Por otro lado, los especialistas asistentes al Congreso de Zaragoza han constatado un aumento de la demanda de inmigrantes de otras latitudes de someterse a rinoplastias estéticas "para conseguir una nariz más occidental o anglosajona".

Por un lado, la inmigración proveniente de países europeos como Rusia, Eslovenia, Bielorrusia, etc. llegan a las consultas de cirugía plástica, reparadora y estética con caras "planas" y narices sin altura de caballete para buscar parecer más occidentales. "A estas pacientes se les realiza un caballete alto, una punta proyectada y se les estrecha la nariz", puntualiza el Dr. Palacín.

Por otro, encontramos a las mujeres sudamericanas, con una narices caídas y anchas, japonesas, anchas y aplanadas, o africanas, anchas y sin caballete. "La mayoría desean no parecer lo que son, no quieren que se las reconozca como inmigrantes sino pasar desapercibidas", añade este experto.

Hoy en día, la rinoplastia, o cirugía de la nariz, ha conseguido individualizar cada nariz "antes todas las narices eran iguales pero ahora se busca corregir el detalle y dejar la personalidad propia de cada cara", concluyó.