Su impulsor, François Delaroziere, ha indicado en una rueda de prensa que este espectáculo, que se representará por última vez a las 19.00 horas en el Distrito 50 de la Expo, uno de los escenarios del recinto, pretende interrelacionar al público con la fabricación de estos instrumentos y la interpretación de piezas de música.

Delaroziere ha explicado que los visitantes pueden acceder al escenario como quien curiosea a un pintor en su taller, así como disfrutar de un "espacio especial" rodeado de arquitectura contemporánea.

El espectáculo, que trabaja con músicos del Conservatorio de Zaragoza, integra en escena al "proletariado" y a la "aristocracia" de la música, según ha afirmado uno de sus compositores, Mino Malan.

Así, los obreros crean nuevos ingenios en la primera parte de la obra, concebida como un taller, antes de que los sean utilizados por sus artesanos al tiempo que los músicos clásicos les acompañan.

Malan ha subrayado que en el origen de esta "orquesta filarmotécnica" se pensó en ingeniar una nueva familia de instrumentos musicales: los mecánicos.

Entre los más de cincuenta que se pueden escuchar en Zaragoza, destaca la "gran batería central", de una tonelada y media de peso, y el "contracontenedor" -un contrabajo originado a partir de un contenedor industrial-, que suenan junto a otros artilugios como una flauta soplada por una olla a presión y otras máquinas.

El responsable de la programación teatral de la Expo, Alfonso Desentre, ha definido este espectáculo como una "obra maestra de la poética de la máquina y del ingenio humano" y ha asegurado que sorprenderá a sus espectadores.

Tras su paso por la Expo, la "Sinfonía Mecánica" se dirigirá a Liverpool, capital de la cultura europea en 2008, y se volverá a escuchar en Yokohama (Japón) el próximo año.