Su talento deja pequeños los teatros y la gran pantalla. Federico Luppi (Ramallo-Buenos Aires, 1935) -el actor de la mirada hiriente, realmente estelar y magnífico en sus papeles para los filmes "Martín Hache", "Tiempo de revancha" y "Lisboa-, estuvo ayer en Santiago para arropar la presentación del festival "Cinema e sociedade" del que es presidente honorífico.

"Hace mucho tiempo -recuerda- conocí a Luis Calvo (director de la nueva muestra) en Ferrol y empezamos a hablar sobre la voluntad de hacer cine y la relación con el mundo que representa. Él, que es muy inquieto, pensó que se podía encontrar una cantidad de películas que revelasen explícitamente las relaciones del mundo y la comunidad que representan. Por una actitud francamente generosa y excesiva, me nombraron presidente honorario como una forma de participar".

- Llama la atención, al menos en Galicia, que disminuya el público en los cines pero aumenten los festivales.

- Creo que ha habido un excesivo bombardeo crítico y poco entusiasta respecto del cine español. La gente se fía mucho del boca a boca cuando alguien dice que el cine español está bajo, no tiene calidad o no exhibe temas importantes. Pero lo que desmiente esa vox populi es que la afloración de festivales y muestras demuestra la necesidad de la gente de conocer su propia historia y sus inquietudes personales en el día a día. Además, los festivales dan al lugar que los acoge el sello de inclusión en el mundo moderno; tienen una puerta atractiva de temas y de glamour. Es importante tener en cuenta eso sino a la gente le parecería una manifestación frívola de un grupito de gente. Y no es así.

- ¿El cine debe concienciar por encima de entretener?

- No necesariamente. Tanto en el teatro, como cine, la televisión o la literatura soy enemigo del panfleto, del mensaje ideológico o de la concepción sectaria de la vida. Pero el cine siempre exhibe inevitablemente de manera ideológica los componentes y ataduras de esa comunidad que representa.