En su habitación de una residencia universitaria de Santiago, donde prepara los exámenes de primero de Periodismo, se acumulan un portátil, un "braille speak" o miniordenador que transcribe a braille los textos que escribe y que utiliza en clase, una impresora para pasarlos en tinta y otra para transcribirlos al sistema de lectura táctil. "Las nuevas tecnologías son fundamentales. No sé cómo podían arreglárselas antes. Los pobres tenían más mérito", aplaude. Nacido en Vilagarcía hace 19 años, renunció a la plaza "ganada" con un 7,89 para entrar por su ceguera "y cedérsela a otro". Se mueve solo por la facultad y sale de marcha con sus amigos. "Al principio mis padres llamaban todos los días, pero ya se han acostumbrado", comenta. También su adaptación en clase ha sido buena: "Aún no es una situación normalizada, pero sí habitual que haya gente con discapacidad. Queremos que nos traten como a los demás no diciéndonos «pobre» o «qué pena»".

Desde pequeño ha estudiado en colegios ordinarios: "Siempre pensé llegar al mismo nivel que los demás. Mi deficiencia será un hándicap para encontrar trabajo, pero no creo que tenga problemas". La radio, a la que es aficionado desde pequeño, es el medio que más le atrae.